JOYERIA
INSPIRACIÓN
Las culturas antiguas, con sus riquezas y misterios, ejercen una influencia profunda en nuestra imaginación, estimulando nuestra creatividad. Los vestigios y artefactos que han dejado, testigos silenciosos de una época pasada, continúan cautivando e inspirando, ofreciendo una fuente inagotable de ideas y motivos para las joyas. Estos tesoros del pasado, ya sean objetos de arte, símbolos de creencias antiguas o relatos legendarios, son puertas abiertas a mundos olvidados, civilizaciones desaparecidas y culturas lejanas. Nos invitan a explorar y reinterpretar las tradiciones y técnicas ancestrales, adaptándolas a nuestra época y sensibilidad, sin perder su esencia y autenticidad. Al nutrirnos de este rico patrimonio, podemos crear piezas únicas e intemporales que cuentan historias antiguas y evocan emociones profundas, mientras encarnan el arte y la belleza de su tiempo.
Para explicar nuestras joyas inspiradas en diferentes civilizaciones, iniciamos nuestro viaje en la historia partiendo de lo abstracto para llegar a lo concreto, de la alusión histórica hasta alcanzar una representación más directa: las réplicas arqueológicas.
Cada joya es una historia que contar, una memoria que preservar, un legado que transmitir.
Nuestras joyas son testigos de la historia, fragmentos de tiempo y espacio que capturan la esencia de diferentes épocas y culturas. Cada pieza es una historia en sí misma, un viaje a través de los siglos y los continentes, un homenaje a la riqueza y diversidad de la humanidad.
Las cruces, los lirios y los escudos evocan la época medieval, un tiempo de caballeros y castillos, de fe y guerra. Los motivos de arabescos de hojas recuerdan los lujosos tapices del período barroco, una época de esplendor y pompa, de refinamiento y decadencia. Los motivos griegos o de diamante, presentes en varias de nuestras creaciones, así como los motivos vegetales y animales de los textiles otomíes, remiten a la cultura mexicana, una cultura rica en tradiciones y símbolos, en colores y texturas, en historias y leyendas. Las espirales evocan el Neolítico y los celtas, una época de misterio y magia, de ritos y creencias, de estrechos vínculos con la naturaleza y el cosmos.
Con solo un vistazo a nuestro catálogo de joyas, se pueden reconocer rápidamente las influencias utilizadas.
Aquí hay una lista de los botones que dan acceso a estos temas:
Existen relatos del pasado que trascienden lo visual para transmitirse de manera oral, de generación en generación. Estos relatos, a menudo en forma de proverbios, máximas o citas, resuenan a lo largo de los siglos y se inscriben profundamente en nuestra cultura. Son como joyas preciosas, tesoros de sabiduría y conocimiento, que nos gusta retomar y pulir para adaptarlos a nuestra época y a nuestra sensibilidad estética.
En el ámbito abstracto, y más concretamente en el de las ciencias, la simplificación de la interpretación es a menudo necesaria para hacer los conceptos más accesibles. Por ejemplo, la complejidad de las matemáticas puede abordarse de manera más tangible a través del anillo Fibonacci, que toma su nombre de la famosa sucesión matemática. Esta sucesión, representada en forma de espiral, se encuentra en numerosos fenómenos naturales y estructuras de la vida, ofreciendo así una perspectiva visual y concreta de la belleza y la armonía de las matemáticas en el mundo que nos rodea.
La espiral de Fibonacci, más allá de su representación geométrica, simboliza cómo el orden y la armonía matemática están presentes en el aparente caos de la naturaleza, desde el patrón de una concha de nautilus hasta las galaxias en rotación. El anillo también refleja la idea de que todo en el universo está interconectado y regido por principios matemáticos universales.
El anillo Vitruvio, inspirado en el famoso dibujo de Leonardo da Vinci, es una oda a la armonía y a la perfección de las proporciones humanas. Este dibujo, basado en los escritos del arquitecto romano Vitruvio, explora los ideales de belleza y equilibrio en el cuerpo humano. Al retomar este dibujo, el anillo Vitruvio se convierte en un símbolo de la aspiración a la perfección y la armonía, recordando a quien lo porta la importancia del equilibrio y la simetría en la vida.
Un último ejemplo puede ser el anillo Darwin, inspirado en la teoría de la evolución del hombre formulada por Charles Darwin. Es un homenaje a la complejidad y diversidad de la vida en la Tierra. Esta teoría, que revolucionó nuestra comprensión del origen y la diversidad de las especies, se refleja en el diseño del anillo Darwin.
Este anillo, con sus formas evolutivas del hombre, es un recordatorio de la constante adaptación y transformación de la vida, y de la belleza que reside en la diversidad y singularidad de cada ser vivo. El anillo Darwin también encarna la idea de que cada individuo, al igual que cada especie, está en constante transformación, evolucionando con gracia y resiliencia en un mundo en perpetuo cambio.
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La creación de una joya inspirada en artefactos arqueológicos es un viaje en el tiempo, una inmersión en el universo de las civilizaciones antiguas que han moldeado nuestro patrimonio cultural. Cada joya comienza con una exploración apasionada, que puede tomar la forma de investigaciones profundas en libros especializados o de visitas a museos donde cada artefacto, por pequeño que sea, se convierte en un testigo silencioso de una época pasada. Prestamos especial atención a los objetos arqueológicos poco difundidos o desconocidos para el público general, pues transmiten una autenticidad cruda y un aura misteriosa, a menudo perdida en reproducciones masivas.
Priorizamos estas piezas únicas, alejadas de la producción en serie de joyas históricas. Cada creación debe encarnar un mensaje, una emoción, y transportar a través de ella un fragmento de la historia, tanto para ustedes como para nosotros. Sabemos que cada joya tiene un alma, la que le insuflan siglos de herencia y tradición.
Sin embargo, la reproducción de estos artefactos está lejos de ser un proceso lineal. A veces, ciertos proyectos prometedores nunca ven la luz. Desde las primeras etapas, del dibujo al diseño, es posible que la traducción visual del artefacto no refleje fielmente la idea inicial. E incluso cuando una joya supera esta fase, la fabricación misma puede revelar desafíos inesperados: detalles complejos de reproducir, formas que no se adaptan al formato… El trabajo de orfebrería exige paciencia y precisión.
A veces, un proyecto culmina en una creación y es con orgullo que acogemos estas piezas en nuestra colección. Pero muchos proyectos se abandonan en el camino. Solo las joyas que alcanzan nuestro estándar de calidad, que respetan tanto la historia como la estética moderna, encuentran su lugar en nuestra tienda. Cada pieza representa entonces un éxito, no solo técnico, sino también emocional, portando en sí el aliento de la historia y el alma de civilizaciones desaparecidas.
Australia, con sus paisajes variados y su rica historia, es un tesoro de artefactos arqueológicos y culturales, ofreciendo una visión fascinante de la vida de los pueblos originarios que habitaron el continente durante milenios. Entre estos pueblos, los aborígenes destacan por un legado cultural profundamente arraigado en su relación simbiótica con la naturaleza. Su arte, especialmente las pinturas rupestres, constituye un testimonio conmovedor de esta conexión íntima y espiritual con su entorno.
Estas pinturas, realizadas en cuevas o abrigos rocosos, son obras de gran sofisticación artística. Ilustran una impresionante variedad de motivos, que van desde animales y plantas hasta escenas de caza y ceremonias rituales. Los artistas aborígenes utilizaban pigmentos naturales, a veces mezclados con agua o grasas animales, y técnicas de pintura avanzadas para crear obras duraderas y expresivas.
Estas obras de arte rupestre también eran medios para transmitir conocimientos, tradiciones e historias. Testifican la profundidad de la cultura aborigen y su vínculo espiritual con la tierra. Al estudiarlas, podemos comprender mejor la riqueza y complejidad de la civilización aborigen, así como la importancia de preservar y respetar su patrimonio cultural.
El collar Ritual Aborigen Kiro Kiro es un ejemplo impactante de la profundidad de la relación entre los aborígenes y su entorno natural. Inspirado en una pintura rupestre que data del año 10,000 a.C., este collar es un testimonio conmovedor del legado duradero de la cultura aborigen. Las pinturas rupestres aborígenes de Kiro Kiro son reconocidas por sus figuras antropomórficas distintivas, a menudo acompañadas de accesorios rituales como bolsas, pompones y tocados estilizados. Estas representaciones artísticas están profundamente arraigadas en rituales, ceremonias iniciáticas y chamanismo, ofreciendo una visión fascinante de la espiritualidad aborigen y su vínculo sagrado con la tierra.
Esta pintura, en particular, se distingue por su elegancia y finura en la representación de los personajes. Cada detalle está cuidadosamente ejecutado, reinterpretando los motivos ancestrales con una sensibilidad contemporánea. Al portar este collar, se establece un vínculo tangible con sus tradiciones y creencias ancestrales. Esta joya es una conexión viva con una cultura antigua y venerable, permitiendo a cada portador sumergirse en la historia y la espiritualidad de los primeros habitantes de Australia.
Para profundizar en el conocimiento del arte y la historia de los pueblos aborígenes de Australia, recomendamos los siguientes libros:
Oceanía, a menudo asociada con sus islas paradisíacas y paisajes exóticos, es una región rica en tradiciones culturales y artesanía. Este vasto conjunto de islas del Pacífico no se limita a sus bellezas naturales; también es cuna de culturas antiguas y fascinantes que han dejado una huella indeleble en la artesanía local. Al explorar esta región, nos sentimos particularmente cautivados por los objetos y motivos tradicionales que reflejan la imaginación y las creencias de los pueblos oceánicos.
Los tatuajes maoríes, en particular, son elementos emblemáticos de la cultura oceánica. Estos motivos complejos, a menudo realizados con tinta negra, tienen significados profundos y están cargados de relatos ancestrales. Cada diseño, ya sea en espirales, formas geométricas o representaciones estilizadas de animales, simboliza aspectos de la cultura maorí como el valor, la herencia familiar y los vínculos con los antepasados. Inspirados por estos tatuajes, hemos diseñado joyas que incorporan estos motivos de manera respetuosa y estética.
Además de los tatuajes, Oceanía ofrece una diversidad de objetos tradicionales que inspiran nuestras creaciones. Por ejemplo, las joyas hechas con conchas, dientes de tiburón o madera tallada desempeñan un papel importante en ceremonias y rituales. Cada material tiene un significado particular y se utiliza para simbolizar elementos naturales o fuerzas espirituales.
Nuestras investigaciones sobre las joyas oceánicas también nos han llevado a descubrir otras formas de artesanía, como collares y pulseras adornados con perlas de nácar o piedras preciosas, que no solo son objetos de belleza, sino también elementos de vínculo social y espiritual dentro de las comunidades.
Al integrar estas influencias culturales en nuestras creaciones, nos esforzamos por rendir homenaje al arte y las tradiciones de los pueblos oceánicos, creando piezas únicas que celebran y perpetúan su rico legado.
Un ejemplo cautivador de nuestra colección está inspirado en un escudo tradicional de la cultura Elema, originaria de la bahía de Papúa, en Nueva Guinea. Este escudo, con su forma distintiva en “U”, está tallado en madera y vibrante con pigmentos de colores, captando la atención por sus elaborados motivos geométricos y sus franjas de triángulos. Lo que lo hace particularmente fascinante son los múltiples ojos esculpidos en sus superficies, cada uno con significados simbólicos profundos.
En la cultura Elema, los ojos en los escudos y otros objetos rituales simbolizan a menudo la vigilancia y la conexión con los espíritus ancestrales. Los motivos geométricos representan elementos de la naturaleza y relatos mitológicos, sirviendo para proteger y guiar a quienes los portan durante ceremonias y rituales. El uso de colores vivos y formas estilizadas refleja la habilidad artística y la riqueza cultural de los Elema.
Inspirados por esta obra de arte emblemática, creamos un par de aretes que llamamos “escudo oceánico”. Al reinterpretar los motivos del escudo, buscamos capturar la esencia de esta pieza única, adaptándola a un formato moderno y accesible.
Este escudo, un tesoro del arte tradicional oceánico, se conserva actualmente en las colecciones del prestigioso Museo de Brooklyn, en Estados Unidos: Brooklyn Museum Collection. Sigue siendo un testimonio fascinante del legado artístico y cultural de las islas del Pacífico.
Para profundizar en el conocimiento del arte y la historia de las islas del Pacífico, le recomendamos los siguientes libros:
Los mundos antiguos de Grecia y Roma están entre los más célebres de la historia humana, y su legado es de una riqueza incomparable. Imbuido de mitología e imaginación, este legado sigue cautivando las mentes a través de los siglos. Los relatos épicos de la antigua Grecia, como la Ilíada y la Odisea, así como las leyendas romanas de Rómulo y Remo, han moldeado nuestra comprensión de la historia y la cultura. Los dioses y héroes de estas civilizaciones han inspirado obras de arte, piezas teatrales, poemas y novelas, y su influencia aún se percibe hoy en nuestro lenguaje, filosofía y política.
Los gemelos escudo espartano encarnan la herencia y la valentía de los guerreros de la ciudad de Esparta, cuya reputación en el campo de batalla es legendaria. Diseñados por encargo, estos gemelos recrean con precisión el famoso escudo espartano, un símbolo emblemático de su fuerza y disciplina. Cada detalle está cuidadosamente reproducido, desde las marcas de combate hasta los motivos grabados, capturando la esencia misma de la vida militar espartana.
El escudo espartano, conocido como "aspis" u "hoplon", era esencial en las formaciones de combate en falange, permitiendo a los guerreros protegerse mientras formaban un muro casi impenetrable. A menudo estaba decorado con símbolos significativos, y en el caso de los espartanos, la letra lambda (Λ) se mostraba con orgullo. Esta letra, que representaba la región de Laconia, cuyo centro era Esparta, no solo era un emblema de orgullo regional sino también un signo de unidad y cohesión entre los guerreros.
os gemelos que ofrecemos también llevan este símbolo de la letra lambda, rindiendo homenaje a esta antigua tradición y a la valentía de los espartanos. Al portar estos gemelos, no solo llevas un accesorio elegante, sino también un pedazo de la historia militar y cultural de la antigua Grecia. Cada pieza es un testimonio del coraje y la determinación de los guerreros espartanos, capturando el espíritu de su época mientras ofrece un toque de sofisticación moderna.
También tuvimos el placer de crear el dije Phaistos, un homenaje elegante al célebre disco antiguo del cual toma su inspiración. Esta joya hecha a medida se inspira directamente en el disco de Phaistos, un fascinante artefacto descubierto durante las excavaciones arqueológicas del palacio minoico de Phaistos, en Creta. Este disco de arcilla, que podría datar del segundo milenio antes de Cristo, está adornado con misteriosos símbolos grabados con sellos en ambas caras.
El disco de Phaistos es uno de los artefactos más enigmáticos de la arqueología minoica debido a la complejidad y diversidad de los signos que porta. Estos símbolos, semejantes a jeroglíficos, aún no han sido completamente descifrados, y su significado exacto sigue siendo motivo de debate entre los especialistas. Algunas teorías sugieren que podrían representar una forma primitiva de escritura o un código ritual, lo que añade un aura de misterio al objeto.
Nuestro dije Phaistos incorpora una parte estilizada del disco original, acompañada de una ágata dendrítica cuidadosamente elegida por nuestro cliente, evocando la sofisticación y el misterio de la antigüedad. Al portar esta joya, llevas contigo un fragmento de historia que remite a la grandeza y el enigma de las civilizaciones antiguas. Cada detalle del dije ha sido diseñado para capturar el espíritu del disco de Phaistos, aportando al mismo tiempo un toque contemporáneo a este tesoro arqueológico.
Realizamos el collar llamado “El laberinto de Cnosos” a partir de un objeto más común que otros dentro de nuestra selección, pero cuyo diseño depurado y fuerza simbólica nos cautivaron de inmediato. Se trata de una de las caras de una antigua moneda de la ciudad de Cnosos, en Creta, un territorio griego cargado de mitos e historia.
Esta moneda cretense circuló en la cuenca del Mediterráneo entre los años 200 y 67 antes de nuestra era, en una época en la que Cnosos, aunque en decadencia, conservaba todavía un notable esplendor cultural. En una de sus caras aparece un laberinto circular estilizado, acompañado de inscripciones griegas que identifican su origen.
En el imaginario griego, el laberinto es una imagen profundamente simbólica. Evoca tanto la búsqueda iniciática como el peligro, la muerte, el heroísmo y la necesidad de un guía, como el famoso hilo de Ariadna. Entrar en el laberinto es aceptar perderse, enfrentarse a lo desconocido, para salir transformado. Alcanzar el centro y regresar simboliza un viaje interior, un proceso de conocimiento o de metamorfosis.
Este motivo del laberinto también remite de manera más concreta a los palacios minoicos, especialmente al de Cnosos, cuya arquitectura era tan compleja y laberíntica que habría inspirado el mito. Según la leyenda, fue allí donde el arquitecto Dédalo habría diseñado un verdadero dédalo para encerrar al Minotauro, una criatura mitad hombre, mitad toro, fruto de los amores malditos de Pasífae. En este contexto se inscribe uno de los relatos más célebres de la mitología griega: Teseo, el héroe ateniense, entra en el laberinto, mata al monstruo y logra escapar gracias al hilo que Ariadna le había entregado. ¡Qué hazaña, qué aventura!
Para profundizar en el conocimiento del arte y la historia de la antigüedad romana y griega, le recomendamos los siguientes libros:
África es un continente de una riqueza incalculable, aunque muchas veces se aborda de manera superficial en nuestros estudios. Es un territorio lleno de matices, donde cada región, cada país y cada pueblo poseen su propia historia, su propia cultura y sus propias tradiciones. Desde los vastos desiertos del Sahara hasta las selvas tropicales del África Central, desde las majestuosas montañas del Atlas hasta las playas de arena blanca del océano Índico, África ofrece una diversidad geográfica y natural incomparable. Pero sobre todo, es su riqueza humana la que destaca: civilizaciones milenarias, una gran variedad de lenguas y dialectos, tradiciones ancestrales, así como artes y músicas llenas de vida y energía.
Los aretes Katanga están inspirados en un hacha de cobre, un artefacto emblemático del pueblo Songye, originario de la región de Katanga, en la actual República Democrática del Congo. Estas hachas, de diseño único, son testimonio de una maestría excepcional en el arte de la forja, reflejando un control preciso del metal y un profundo conocimiento de las técnicas metalúrgicas tradicionales. Cada detalle —desde su forma hasta sus acabados— revela un legado artesanal transmitido de generación en generación.
Más allá de su función práctica, las hachas Katanga poseían un gran valor simbólico y social. Se utilizaban como moneda de cambio en transacciones importantes, pero también como objetos de prestigio en ceremonias rituales. Representaban la riqueza, el poder y la autoridad dentro de las comunidades Songye y de otros grupos étnicos de la región.
La forma característica de estas hachas, con una hoja semicircular y un mango a menudo decorado, inspiró la creación de los aretes Katanga. Al reinterpretar esta silueta ancestral, buscamos capturar no solo la estética distintiva del artefacto original, sino también la profundidad cultural que encierra. Estas piezas son una celebración de la historia y el arte africano, una fusión entre la tradición y la modernidad.
Llevar los aretes Katanga es portar un símbolo de fuerza, historia y memoria cultural, un recordatorio del papel del cobre en los intercambios económicos y espirituales del África antigua. Su brillo metálico rinde homenaje a los herreros Songye, guardianes de un saber ancestral que ha resistido el paso del tiempo.
Para profundizar en el conocimiento del arte y la historia de África, le recomendamos los siguientes libros:
Otra cultura fascinante que ha capturado nuestra atención es la de los pueblos nórdicos, comúnmente conocidos como “vikingos”. Estos pueblos eran aventureros y guerreros intrépidos que surcaban los mares del norte y exploraban tierras lejanas mucho antes de la era de los grandes descubrimientos. Sus hazañas y su legado dejaron una huella profunda en la historia, y su mitología, rica en dioses y héroes, sigue inspirando relatos épicos y obras de arte hasta nuestros días.
Los pueblos nórdicos también nos han legado un patrimonio material impresionante, compuesto por piezas artesanales y joyas de gran belleza y refinamiento. Estos adornos solían estar decorados con potentes símbolos: nudos entrelazados, figuras animales o representaciones de divinidades. Las formas geométricas y los entrelazados característicos del arte vikingo simbolizaban la conexión entre los mundos espiritual y terrenal, así como la eternidad de la vida. Motivos como dragones, lobos o serpientes eran comunes, asociados con cualidades como la fuerza, el coraje y la resiliencia.
El uso de metales preciosos como la plata y el oro, a menudo combinados con piedras semipreciosas como el ámbar o el granate, reflejaba el estatus social y la posición de quienes las portaban. Amuletos como los martillos de Thor (Mjölnir) o las cruces cristianas, llevados al cuello o en la muñeca, ofrecían protección divina tanto en la vida como en el más allá.
Esta riqueza cultural y su aura de misterio son fuente constante de inspiración para nosotros. Nuestras creaciones reinterpretan estos motivos emblemáticos en un estilo contemporáneo, manteniendo viva la esencia simbólica de aquella época. Al portar una de estas joyas, uno puede sentir la energía ancestral de los guerreros nórdicos y conectarse con un legado milenario impregnado de valentía y espiritualidad.
Para estas creaciones inspiradas en la cultura sami, trabajamos con dos antiguas pieles de tambores, verdaderos tesoros de Escandinavia. El tambor, dentro de la tradición sami, es mucho más que un simple instrumento musical: es un vínculo sagrado con los espíritus, un guardián de la memoria y una representación de la cosmovisión de este pueblo nórdico. Utilizado por los chamanes, o noaidi, el tambor servía como medio para entrar en trance y comunicarse con el mundo espiritual, guiando al chamán en sus viajes entre los distintos planos de existencia: el de los vivos, el de los espíritus y el de los dioses. Decorados con símbolos cargados de poder, estos tambores eran verdaderas brújulas espirituales, permitiendo al chamán dialogar con las fuerzas de la naturaleza y con los ancestros.
El primer tambor, conocido como “tambor chamánico”, proviene de Lule Lappmark, una región situada en Suecia. En su piel se puede observar al sol, símbolo de la vida, la energía vital y la luz, acompañado por las figuras de las diosas Ahkka, divinidades protectoras de las montañas y de las mujeres, así como por la luna, que representa la dualidad, el equilibrio y el paso entre lo visible y lo invisible. En la parte inferior del tambor aparecen figuras antropomórficas y zoomorfas, mitad humanas y mitad animales, que evocan a los espíritus de la naturaleza y a los antepasados, cuya protección y sabiduría eran invocadas por el chamán durante los rituales.
El segundo tambor, llamado “tambor sami”, es una auténtica obra de arte que narra una aventura mítica del dios Thor y la gran serpiente Eymer. En su superficie se representan tres mundos distintos: Asgard, el paraíso de los dioses y los héroes; Midgard, la tierra de los hombres; y Niflhel, el reino de los muertos, recordando así la interconexión de los planos en la cosmogonía nórdica. Esta escena épica no solo ilustra la mitología escandinava, sino también la visión sami del universo, donde cada elemento natural posee un espíritu y forma parte de un equilibrio cósmico. Estos relatos, transmitidos a lo largo de los siglos, son un homenaje al lazo inquebrantable que une a los pueblos del norte con su entorno natural y espiritual.
Tuvimos el placer de explorar en dos ocasiones los Galdrastafir, símbolos mágicos islandeses de gran riqueza histórica y cultural. Estos símbolos, extraídos de antiguos grimorios del siglo XVII, probablemente tienen raíces mucho más antiguas, que se remontan a la época medieval o incluso a la era vikinga. Suelen estar grabados a partir de runas nórdicas —y no celtas, como a veces se cree—, y se asocian con diversas funciones protectoras, curativas o mágicas.
La primera joya, un anillo llamado Vegvísir, lleva uno de los Galdrastafir más conocidos. Este símbolo, también llamado “brújula vikinga”, se dice que guía a quien lo porta a través de las pruebas de la vida, asegurándole un viaje seguro y protegido, incluso cuando se pierde en medio de una tormenta o en situaciones difíciles. El Vegvísir está profundamente ligado a la idea de encontrar el propio camino, no solo en el sentido literal, sino también espiritual.
La segunda joya, un dije llamado Runa de Islandia, es un talismán poderoso que reúne dos Galdrastafir, uno en cada cara. En el anverso se encuentra el Ægishjálmur, también conocido como el “Yelmo del terror”. Según las leyendas, este símbolo otorga invencibilidad en la batalla y protege a quien lo lleva, envolviéndolo en un aura de fuerza e intimidación frente a sus enemigos. En el reverso, reaparece el Vegvísir, ofreciendo protección contra los peligros de los viajes y las fuerzas adversas de la naturaleza, recordando los profundos lazos que los antiguos pueblos nórdicos mantenían con el mar y los elementos.
Para profundizar en el conocimiento del arte y la historia de la cultura nórdica y vikinga, le recomendamos los siguientes libros:
México y sus culturas prehispánicas ocupan un lugar privilegiado en nuestra colección de joyas, gracias a la riqueza y diversidad de los pueblos originarios que habitan este país. Nuestro catálogo está lleno de referencias a los mexicas (aztecas), olmecas, mayas, otomíes, huicholes, zapotecas y mixtecos, por mencionar solo algunos. Cada uno de estos grupos dejó un legado cultural y artístico de enorme valor, que sigue siendo una fuente constante de inspiración para nuestro trabajo.
Los mexicas, por ejemplo, eran reconocidos por sus ornamentos de oro y turquesa, símbolos tanto de riqueza material como de conexión espiritual con las deidades. Los mayas, por su parte, destacaron en la talla de intrincados motivos geométricos sobre el jade, una piedra sagrada para ellos que representaba la vida y la regeneración. Cada civilización poseía una visión única del arte y de la joyería, reflejando sus creencias, su historia y sus conocimientos técnicos.
Los zapotecas y los mixtecos, dos culturas que apreciamos especialmente, son originarios del estado de Oaxaca, donde también se encuentra nuestro taller. Estas civilizaciones fueron célebres por su maestría en la orfebrería. Los mixtecos, por ejemplo, dominaban la técnica del repujado y la filigrana, creando piezas de oro de una finura extraordinaria, a menudo decoradas con motivos mitológicos. Este saber artesanal, transmitido de generación en generación, es una fuente esencial de inspiración para nosotros, y procuramos reflejar la misma delicadeza y carga simbólica en nuestras creaciones contemporáneas.
Oaxaca, además, es el hogar de Monte Albán, un sitio arqueológico fundamental de la cultura zapoteca. Este lugar sagrado, con sus grabados, estelas y representaciones divinas, nos inspira profundamente en la creación de piezas que rinden homenaje a ese legado ancestral. Los símbolos tallados en piedra y los objetos rituales descubiertos en estas tierras siguen nutriendo nuestro proceso creativo, conectando pasado y presente en cada joya.
Una de las primeras series de joyas grabadas que diseñamos en el taller EmmanuelleGuyon encuentra su inspiración en el calendario maya. Este objeto, estéticamente fascinante, se distingue por la gran variedad de sus glifos, que representan cada día, mes y año. Su complejidad técnica da testimonio de la precisión del calendario maya, considerado uno de los sistemas calendáricos más sofisticados jamás creados por el ser humano.
El calendario maya no era simplemente una herramienta para medir el tiempo, sino que desempeñaba un papel central en la vida social, agrícola y espiritual de los mayas. Marcaba los ciclos de siembra y cosecha, determinaba las ceremonias religiosas y servía también para predecir los fenómenos cósmicos. Cada ciclo tenía un profundo significado espiritual, conectando al pueblo maya con sus dioses y con el universo.
Para crear estas joyas, tuvimos que dominar el cálculo de las fechas dentro del sistema maya, con el fin de personalizar cada pieza de acuerdo con la fecha elegida por nuestros clientes. Los glifos no son simples símbolos funcionales: cada uno cuenta una historia visual llena de detalles. Cada forma y cada motivo posee un significado particular; algunos representan deidades, elementos naturales o fuerzas cósmicas. Al grabar estos signos en nuestras piezas, buscamos capturar no solo su belleza estética, sino también su profundidad simbólica.
Puedes encontrar estas creaciones en nuestra tienda en forma de collares, aretes, broches y anillos. Cada pieza encarna un fragmento de una civilización ancestral, transmitido a través de símbolos atemporales. Si deseas una explicación más detallada y didáctica sobre el calendario maya, te invitamos a consultar la siguiente página:
El extraordinario trabajo de las “grecas mexicanas”, que se puede admirar en el sitio arqueológico de nuestro pueblo vecino, Mitla, ha influido profundamente en nuestro enfoque artístico. Mitla, cuyo nombre significa “lugar de los muertos” en lengua náhuatl, es un sitio sagrado que sirvió como centro religioso y funerario para los mixtecos y zapotecos. La delicadeza de los ensamblajes y de los motivos grabados en estas obras refleja una maestría artesanal excepcional, que revela no solo un gran dominio técnico, sino también una simbología compleja que aún hoy escapa a la plena comprensión de los investigadores.
Los motivos de grecas, presentes en numerosas culturas mexicanas, ofrecen una riqueza de variantes y regionalismos que incluso trascienden las fronteras nacionales. Estos diseños se encuentran en la arquitectura de varias civilizaciones prehispánicas, como los zapotecas, mayas y mexicas. Su geometría precisa y su repetición armoniosa suelen interpretarse como representaciones abstractas de conceptos cósmicos y espirituales. El contexto de su uso es igualmente variado: aparecen en las fachadas de templos, en las residencias de la nobleza, en joyas e incluso en tumbas, simbolizando la continuidad entre los mundos de los vivos y los muertos.
A pesar de su omnipresencia, aún no existe una interpretación universalmente aceptada de estos motivos. Según el diseño, pueden simbolizar el ciclo de la vida, el agua, los ojos, la serpiente o el diamante sagrado. Algunos investigadores creen que representan el movimiento de la tierra y de las estrellas, o evocan a los espíritus que guían las almas de los difuntos. La profundidad mística de estos símbolos es lo que hace que su uso en la joyería sea tan fascinante. Cada pieza que creamos, inspirada en estas grecas, lleva consigo un vínculo íntimo con esta historia milenaria.
Para ilustrar estos motivos, elegimos inspirarnos en el tesoro de la Tumba 7 de Monte Albán, un importante sitio arqueológico ubicado en Oaxaca, que fue la capital del imperio zapoteca hasta aproximadamente el año 800 d.C. Este sitio, asentado sobre una colina, refleja la genialidad arquitectónica y la relevancia cultural de esta civilización. Siglos después de su abandono, el pueblo mixteco sepultó allí a un personaje importante, posiblemente una figura femenina vinculada al culto del agua, como lo sugieren los objetos funerarios. Este personaje fue enterrado con el mayor tesoro jamás descubierto en México, compuesto por numerosas joyas de oro, jade, turquesa y concha, hoy expuestas en el Museo Regional de Oaxaca de Juárez. Entre estos tesoros se encuentra una serie de anillos que inspiraron algunas de nuestras creaciones.
Diseñamos un anillo llamado “Tesoro Zapoteco”, en homenaje al extraordinario tesoro de Monte Albán. Grabado en plata, este anillo presenta un motivo geométrico de origen zapoteca, cautivador y enigmático por su simbolismo profundo. Las espirales, un diseño recurrente en el arte zapoteca, suelen interpretarse como una representación del movimiento del agua, elemento esencial para la vida. Las formas escalonadas, por su parte, simbolizan el ciclo de la existencia y la ascensión hacia un plano espiritual superior. Este motivo está tradicionalmente asociado con la imagen de la serpiente, figura primordial del agua y de la fertilidad en la cosmovisión zapoteca.
El segundo anillo, inspirado en el tesoro de la Tumba 7, es conocido como "serpiente de agua". Este motivo también aparece en las fachadas de los palacios de Teotitlán del Valle y en las tumbas de Yagul, otro importante sitio arqueológico de Oaxaca. A menudo se le compara con unos ojos formados por el cuerpo de una serpiente, símbolo del agua y del dios de la lluvia, Cocijo. En la tradición mesoamericana, Cocijo es el equivalente de Tláloc entre los mexicas y de Chaac entre los mayas, representando no solo la fertilidad agrícola, sino también el poder destructivo de las tormentas. Este motivo, cargado de significados, encarna así la fertilidad, la regeneración y el ciclo eterno de la vida y de la muerte.
Por último, el tercer anillo de esta colección, llamado "Ga Yixe", toma su nombre de la diosa "9 hierbas", una figura femenina divina relacionada con la fertilidad y los ciclos de la naturaleza. Se cree que las sacerdotisas asociadas a este culto pudieron haber ocupado la Tumba 7, dado que en ella se hallaron objetos vinculados a rituales agrícolas y de fertilidad. Decidimos recrear este anillo en una versión más depurada, respetando el diseño original en oro y plata, para rendir homenaje a la elegancia atemporal de estas joyas.
También diseñamos una serie de dijes mexicanos inspirados en los glifos y símbolos prehispánicos que se encuentran grabados en piedra o representados en los códices antiguos. Cada pieza es una interpretación artística y simbólica del legado de estas civilizaciones ancestrales, ofreciendo a quien la porta una conexión tangible con el pasado.
Entre estas creaciones, desarrollamos dos dijes distintos basados en el motivo de Ollin, o "movimiento", un símbolo central en la escritura azteca y la cosmología mesoamericana. Este símbolo está cargado de significado, evocando tanto el movimiento constante del universo como los ciclos naturales que rigen el cosmos.
El primer dije, simplemente llamado Ollin, representa el movimiento y el temblor. A menudo se asocia con las fuerzas dinámicas de la Tierra, como los terremotos, y simboliza el cambio perpetuo y la evolución. Para los aztecas, este motivo encarna la transformación y el viaje, tanto en la vida física como espiritual. Al portar este dije, se refleja la idea de que todo está en movimiento y en constante transformación en el universo.
El segundo dije, llamado Nahui Ollin, tiene un alcance más complejo. Este símbolo representa los cuatro movimientos del sol entre los solsticios y los equinoccios, marcando los ciclos del tiempo sagrado y la importancia de la armonía cósmica. En la cosmología azteca, Nahui Ollin también está relacionado con el Quinto Sol, la era en la que los aztecas creían vivir. Este Sol estaría destinado a terminar con terremotos, recordando que el equilibrio del mundo es frágil y se renueva constantemente. Este motivo se toma del famoso Códice Borbónico, uno de los codex aztecas más importantes, que proporciona información crucial sobre la cosmología, la religión y el calendario ritual de los aztecas.
Otro glifo que retomamos es el del conejo en la luna, tomado del famoso Códice Borgia, un manuscrito mesoamericano del siglo XVI. Este símbolo fascinante está estrechamente ligado a la diosa de la luna, Metztli, quien vela por los ciclos lunares y las fuerzas de la oscuridad. En la cosmogonía azteca, la luna desempeña un papel fundamental como contraparte del sol, y la imagen del conejo grabada en su superficie está asociada a antiguas leyendas que narran cómo este fue proyectado sobre la luna.
Según una de estas leyendas, el dios Quetzalcóatl, viajando en forma humana, encontró a un humilde conejo mientras estaba exhausto y hambriento. Conmovido por su gesto, el conejo le ofreció alimento. Tocando a Quetzalcóatl, proyectó la imagen del conejo en la luna como señal de reconocimiento, haciéndolo inmortal en el cielo nocturno. Esta historia ilustra tanto la importancia de los actos de generosidad en la tradición mesoamericana como el papel del conejo como símbolo lunar recurrente.
Sin embargo, no solo en México se encuentran relatos que asocian al conejo con la luna. Este motivo también está presente en otras culturas, como en Asia Oriental, donde el conejo suele representarse preparando una poción de inmortalidad sobre la luna. Se encuentra esta figura especialmente en las tradiciones chinas y japonesas, mostrando así la universalidad de este símbolo. La presencia del conejo en la luna en distintas civilizaciones revela un vínculo profundo entre el ser humano, el cosmos y los relatos mitológicos que atraviesan el tiempo y el espacio.
También seleccionamos dos representaciones de manos de origen olmeca, una civilización mexicana a menudo considerada la “cultura madre”, que influyó en numerosas otras culturas mesoamericanas. Esta civilización, que prosperó entre 2500 a.C. y 500 a.C., fue responsable de muchos desarrollos artísticos y espirituales. Los dos dijes, provenientes de sellos olmecas, se llaman “mano olmeca” y “poder creador”. En las culturas prehispánicas, la mano no es solo una herramienta física, sino que simboliza el poder creativo y divino, aquel que transforma y da forma al mundo.
En el arte olmeca, la mano se asocia frecuentemente con actos creativos y símbolos de fertilidad. En esta representación se percibe un vínculo directo con la tierra y los elementos naturales. Este motivo de la mano, grabado en nuestros dijes, evoca habilidad, artesanía y la capacidad de modelar el entorno, al igual que los dioses y antepasados venerados en la cultura olmeca.
Este simbolismo de la mano trasciende las fronteras mesoamericanas. Se encuentra en muchas culturas del mundo, donde encarna tanto la creación como el poder y el dominio del arte. Ya sea en el antiguo Egipto, donde la mano estaba vinculada al dios Ptah, creador del universo, o en las tradiciones asiáticas donde los mudras (gestos sagrados) se utilizan para canalizar la energía espiritual, la mano ocupa un lugar central en el imaginario simbólico de la humanidad.
Los dijes “mano olmeca” y “poder creador” que diseñamos rinden homenaje a este poderoso simbolismo. Capturan tanto la tradición antigua como la destreza contemporánea, ofreciendo a quien los porta una conexión íntima con el pasado y la fuerza creadora que representa la mano.
Para mantener el mismo espíritu, hemos diseñado un dije inspirado en un sello olmeca, que representa un pie. Este motivo evoca el movimiento, simbolizando el desplazamiento de un punto a otro. Lo hemos llamado "Movimiento", ya que representa un pie entrelazado con otro, sugiriendo la idea de pasos sucesivos. Este dije encarna la dinámica y la energía del movimiento, recordando la vitalidad y la progresión constante en la vida.
En la cosmovisión olmeca, el movimiento tenía una importancia particular, relacionado con su percepción del tiempo, del espacio y de los ciclos naturales. El pie, símbolo de progreso y de conexión con la tierra, reflejaba esta idea de transformación continua, donde cada paso representa una nueva etapa en el viaje de la existencia. El movimiento no era solo físico, sino también un reflejo del camino del alma a través de las diferentes dimensiones de la vida.
Este símbolo del pie entrelazado también puede interpretarse en un contexto más amplio, ya que en muchas culturas del mundo, el pie suele asociarse a la transición, a caminar hacia lo desconocido o a la conexión íntima con la naturaleza. Representa el arraigo en el presente al tiempo que abre el camino hacia el futuro. Esta simbología universal enriquece aún más el alcance del dije "Movimiento", haciendo eco de los rituales de paso y de la evolución perpetua.
También hemos elegido un glifo para el dije "Eclipse". Este motivo proviene del Códice Borbónico, un documento azteca de gran importancia histórica. El glifo, dividido en dos secciones, representa en la parte superior un sol radiante, símbolo de vida, calor y luz. En la parte inferior se muestra la noche, salpicada de estrellas, simbolizando la oscuridad, el descanso y el misterio. Este glifo puede interpretarse como un eclipse, un fenómeno cósmico fascinante y temido en muchas culturas, pero que también evoca el ciclo perpetuo del día y la noche.
La interpretación de este glifo en el contexto azteca refuerza la idea de dualidad inherente a su cosmovisión: luz y oscuridad, vida y muerte, movimiento e inmovilidad. Estas oposiciones complementarias están en el corazón de su cosmología, donde el día y la noche, representados por el sol y la luna, son inseparables. El dije "Eclipse" rinde homenaje a esta interconexión, destacando el equilibrio necesario entre estas fuerzas opuestas que rigen el universo.
En la tradición azteca, un eclipse no era solo un fenómeno astronómico, sino un signo de los dioses, portador de presagios e influencias espirituales. Las eclipses se asociaban a menudo con rituales destinados a apaciguar a las deidades, y este dije también puede simbolizar esa conexión sagrada entre el mundo humano y el cosmos.
Decidimos crear aretes reuniendo diferentes glifos simbólicos para los mayas. Comenzamos con el conjunto llamado "puntos cardinales mayas", compuesto por cuatro piezas que representan los glifos de los cuatro puntos cardinales: el Este (Lak’in), el Oeste (Chik’in), el Sur (Nojol) y el Norte (Xaman). Estos glifos tienen una gran importancia en la cultura maya de México, ya que están estrechamente vinculados con el concepto del ciclo y el recorrido del sol, el principal dios de su panteón, al que la vida y el universo están intrínsecamente ligados.
En la cosmovisión maya, estas cuatro direcciones no son solo puntos geográficos, sino pilares del orden cósmico. Cada punto cardinal está asociado con un color específico y con una energía divina. Por ejemplo, el Este se asocia tradicionalmente con el color rojo, representando el nacimiento, el amanecer y la energía del renacimiento, mientras que el Oeste, vinculado al negro, simboliza el final del ciclo, el crepúsculo y el mundo de los espíritus. El Sur se relaciona con el color amarillo e encarna la madurez y la prosperidad, mientras que el Norte, asociado al blanco, representa la sabiduría ancestral y el lugar de reposo de las almas.
Estas cuatro direcciones también juegan un papel crucial en los rituales mayas, donde a menudo se invocan para equilibrar y armonizar las energías durante las ceremonias, especialmente aquellas relacionadas con la agricultura y los ciclos naturales. Así, los aretes "puntos cardinales mayas" no son solo adornos, sino objetos portadores de símbolos poderosos, que conectan a quien los porta con el orden cósmico y el ciclo eterno de la vida.
También creamos una réplica en forma de dije de un tambor de piedra azteca, que llamamos Xochipilli, en honor al dios de la música, el amor, los juegos, la belleza, la danza, las flores y la poesía, quien está representado en él. Este instrumento ritual, llamado Teponaztli o tambor horizontal, se utilizaba en las ceremonias para acompañar los bailes y cantos dedicados a las deidades.
El Teponaztli ocupaba un lugar central en los rituales religiosos aztecas. Su sonido sagrado, resonando en los templos, servía para fortalecer la comunicación con los dioses, favoreciendo una conexión espiritual profunda. Durante las ceremonias, el ritmo de este tambor acompañaba los movimientos gráciles de las danzas y las melodías de los cantos dedicados a Xochipilli y a otras deidades, creando una armonía entre el hombre y lo divino.
Además de ser el dios de la música y las artes, Xochipilli también está asociado con el éxtasis divino y la alegría trascendental. El dije que diseñamos captura esta dimensión espiritual, evocando el estado de deleite y belleza buscado durante los rituales religiosos. Al portar este dije, no solo se conecta con la historia de los aztecas, sino también con el espíritu de celebración de la vida, del amor y del arte en su forma más pura.
Para uno de nuestros clientes, diseñamos un dije que representa a Kukulkán, uno de los dioses principales del panteón maya, también conocido como la Serpiente Emplumada. Kukulkán encarna tanto el poder de los cuatro elementos —aire, tierra, agua y fuego— como el papel de creador del universo. Símbolo de la resurrección y la reencarnación, está íntimamente ligado al ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento. En la civilización maya, Kukulkán también era el protector del maíz, el elemento vital en el centro de su agricultura y de su cultura espiritual.
Nos inspiramos en el dintel 15 de la estructura 22 del sitio arqueológico de Yaxchilán para representar a este dios. En esta talla, se puede ver a Wak Tuun, la esposa del rey Jaguar Pájaro IV, en un ritual sagrado donde ofrece su sangre para obtener una visión de la Serpiente-Visión, Kukulkán. Este rito de sacrificio sanguíneo tenía como objetivo contactar a los espíritus divinos y asegurar el equilibrio entre los mundos espiritual y material. Kukulkán, apareciendo en forma de serpiente alada, es un guía entre estos mundos, simbolizando tanto la sabiduría como la regeneración.
A solicitud del cliente, añadimos una piedra de turquesa al dije. La turquesa, en las culturas mesoamericanas, está estrechamente vinculada al elemento agua, indispensable para la supervivencia de las civilizaciones. Símbolo de pureza, esta piedra también evoca el espíritu de la lluvia y de los ríos, reforzando la importancia del ciclo natural de la fertilidad y la abundancia, principios fundamentales para los mayas. Esta elección acentúa la dualidad entre el agua y el maíz, conectando la naturaleza con lo divino en perfecta armonía.
En la misma línea, diseñamos otro dije con el tema de la Serpiente Emplumada, titulado simplemente "Serpiente Emplumada", esta vez inspirado en la cultura azteca. Este dije representa al dios Quetzalcóatl, figura central del panteón azteca, símbolo de la sabiduría, del viento y de la vida. La representación que elegimos proviene de un tepetlacalli, un cofre ceremonial de piedra de la colección Hackmack. Este tipo de cofre, cuyo tapa está grabada con la imagen de Quetzalcóatl, data del período de 1502 a 1520 d.C., justo antes de la caída del imperio azteca.
Los tepetlacalli se utilizaban a menudo para conservar objetos sagrados, ofrendas rituales o incluso las cenizas de los soberanos fallecidos. La elección de Quetzalcóatl en esta pieza en particular resalta la importancia espiritual y política de este dios para las élites aztecas. Como deidad asociada a la creación del mundo y al vínculo entre los humanos y lo divino, Quetzalcóatl simboliza el ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento.
El dije llamado "Quiquiztli" es una creación inspirada en un caracol musical esculpido, que representa la cabeza de un gobernante maya del período clásico (250-400). Este caracol, probablemente originario del noreste de Guatemala y actualmente conservado en el Kimbell Art Museum en Texas, es una pieza rara que ilustra la importancia de la música y el ritual en la cultura maya. Utilizado en los rituales por los sacerdotes para invocar la lluvia y para celebrar las victorias militares, resonaba con un poder solemne, marcando las ceremonias con su eco místico en los paisajes sagrados de la época.
El dije que hemos bautizado como Mesoamérica es una obra hecha a medida, creada en respuesta a los deseos específicos de nuestro cliente. Aunque este motivo se repite a menudo en joyería inspirada en Mesoamérica, hemos integrado glifos personalizados en la parte trasera para ofrecer un toque único.
El motivo principal de este dije se inspira en la parte central de la Piedra del Sol azteca, a veces llamada calendario azteca. Esta imponente piedra, conservada en el Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México, data de 1479 y probablemente servía como Cuauhxicalli, un receptáculo y altar de sacrificio. Para nuestra interpretación, hemos elegido representar únicamente los primeros círculos del calendario.
El primer círculo muestra una cabeza híbrida que mezcla al dios sol Tonatiuh y a la diosa de la tierra Tlaltecuhtli, simbolizando la unión entre el cielo y la tierra. El segundo círculo presenta símbolos que representan a los dioses Ehecatl, Tezcatlipoca, Tláloc y Chalchiuhtlicue, haciendo eco de la leyenda de los Cuatro Soles, una cosmogonía azteca que describe las etapas de la creación del mundo. Finalmente, el último círculo del dije exhibe los 20 glifos de los días del mes, ofreciendo una visión completa del sistema calendárico y del concepto del tiempo en la tradición mesoamericana.
Para profundizar en el conocimiento del arte y la historia de la cultura mexicana, le recomendamos los siguientes libros:
El Antiguo Egipto, al igual que la Grecia antigua, es una de las primeras civilizaciones que fascina a los amantes de la historia y la arqueología, y esto por múltiples razones. Sus majestuosos edificios, como las pirámides de Guiza, erigidas como tumbas para los faraones, y los templos de Karnak, son testimonio de su rico patrimonio arquitectónico y de su avanzada ingeniería.
Los faraones, estos soberanos divinos, marcaron la historia de Egipto por su poder absoluto, su influencia en la religión y su culto a la muerte, simbolizado por las suntuosas tumbas del Valle de los Reyes. Estas tumbas estaban decoradas con tesoros y artefactos destinados a acompañar a los difuntos en el más allá, reflejando la creencia egipcia en la vida después de la muerte.
La mitología egipcia, con sus dioses y diosas de poderes sobrenaturales como Ra, Osiris, Isis y Horus, inspiró relatos épicos y creencias profundamente arraigadas en la sociedad egipcia. Los ritos funerarios, tales como las ceremonias de momificación y los rituales de inhumación, perduraron durante milenios, ilustrando la complejidad de las prácticas religiosas y la búsqueda de la inmortalidad.
En resumen, el Antiguo Egipto es un verdadero tesoro de conocimientos y descubrimientos para quien se interesa por la historia de la humanidad, ofreciendo una visión fascinante de la cultura, las creencias y las prácticas que moldearon una de las civilizaciones más emblemáticas de la historia.
Recientemente, tuvimos el placer de descubrir un objeto egipcio de rara singularidad, a menudo desconocido para el gran público: el hipocéfalo. Este disco egipcio, de una belleza y un significado profundos, se colocaba cuidadosamente bajo la cabeza de las momias, no solo para facilitar el tránsito hacia la eternidad, sino también para proteger al difunto de los demonios del inframundo. Según las creencias egipcias, una vez alcanzado este estado, el difunto lograba una forma de trascendencia, convirtiéndose en un ser "glorioso", a imagen del dios Ra-Osiris, símbolo de la vida eterna y de la resurrección.
Este primer collar está diseñado a partir del Hipocéfalo de Harnetatf, una pieza de excepcional rareza y belleza. El original se encuentra actualmente expuesto en el British Museum, donde fascina a los visitantes por su historia y su profunda simbología. Se cree que perteneció al sacerdote Hornedjitef, que ejercía funciones en el templo de Amón en Karnak entre 246 y 222 a.C., un periodo de gran esplendor para el Antiguo Egipto.
En la parte superior de este objeto se puede admirar la barca del dios Kneph, también conocido como Chuouphis, una deidad mayor en la mitología egipcia, considerada como una forma de Osiris, el dios de la muerte y la resurrección. El disco está adornado con una figura de carnero de cuatro cabezas, grabada con detalle. Este carnero, símbolo de poder y fertilidad, se asocia frecuentemente con la ciudad de Mendes o con el dios Amón-Ra, una deidad solar venerada en todo el Antiguo Egipto. La figura aparece rodeada de babuinos, animales sagrados en la religión egipcia, que simbolizan la sabiduría, el conocimiento y la protección espiritual.
Hemos realizado un segundo collar inspirado en un hipocéfalo egipcio, conocido como el Hipocéfalo de Djed-Hor. Esta joya presenta una riqueza de jeroglíficos aún mayor que la de nuestra primera creación. El hipocéfalo de Djed-Hor fue descubierto en la ciudad sagrada de Abydos, un lugar estrechamente asociado con el culto a Osiris, dios de la muerte y de la resurrección. Esta joya data de entre 380 y 332 a.C. y perteneció al sacerdote Djed-Hor. Hoy se conserva en el Museum of Fine Arts de Boston, donde continúa fascinando a los visitantes por la belleza de su arte y la profundidad de su simbología.
La inscripción que rodea los motivos de este hipocéfalo proviene del hechizo 162 del Libro de los Muertos, un texto fundamental de la religión egipcia. Este hechizo, también conocido como el "Hechizo del Calor de la Vida", estaba diseñado para insuflar al difunto la energía necesaria para su resurrección, asegurando así su renacimiento en el más allá. Este texto refleja la creencia central de los egipcios en la continuación de la vida después de la muerte, donde el cuerpo debía ser revitalizado para navegar en el inframundo y unirse al reino de los dioses.
Este collar también destaca símbolos principales, como el carnero de cuatro cabezas, una figura compleja a menudo asociada con Amón-Ra, dios solar y creador, así como con la ciudad de Mendes, donde el carnero encarnaba el poder y la fertilidad. Grabado con detalle, este carnero está acompañado de babuinos, animales sagrados en la tradición egipcia. En este contexto, los babuinos simbolizan la sabiduría, el conocimiento y la conexión espiritual, a menudo asociados con el dios Thot, maestro de las escrituras y los misterios.
Para profundizar en el conocimiento del arte y la historia del antiguo Egipto, le recomendamos los siguientes libros:
Mesopotamia, a menudo llamada la "cuna de la civilización", fue el escenario de un notable auge durante el Neolítico, marcando los inicios de la agricultura y de la sedentarización humana. Esta región, situada entre los ríos Tigris y Éufrates, vio nacer ciudades florecientes, sistemas de irrigación sofisticados y avances tecnológicos que influyeron profundamente en el desarrollo de la civilización humana.
Sin embargo, a pesar de su importancia histórica y su impacto en nuestro mundo moderno, la cultura mesopotámica sigue siendo a menudo desconocida para el gran público. Sus contribuciones a la arquitectura, la escritura, la religión, la ciencia y muchos otros ámbitos son esenciales para comprender la evolución de la sociedad humana.
Mesopotamia, con sus ciudades-estado como Ur, Uruk y Babilonia, sus leyendas épicas como la Epopeya de Gilgamesh y sus deidades como Marduk e Ishtar, continúa fascinando a historiadores, arqueólogos y amantes de la historia antigua. Su legado, aunque a veces poco conocido, es indudablemente uno de los más ricos e influyentes de la historia de la humanidad.
Recientemente nos hemos adentrado en el estudio de los primeros sistemas de escritura, y más particularmente en la Épica de Gilgamesh, uno de los textos fundacionales de la humanidad. Este relato cautivador, considerado una de las obras literarias más antiguas, nos transporta a un mundo donde dioses y hombres coexisten, donde los héroes enfrentan pruebas monumentales y donde la búsqueda de la inmortalidad se convierte en el eje de profundas reflexiones existenciales.
Nuestra creación, el collar Gilgamesh, se inspira directamente en las famosas tabletas grabadas en escritura cuneiforme. Elegimos representar un fragmento auténtico procedente de una tablilla descubierta en las excavaciones de Kuyunjik, en Irak, un sitio que albergaba la biblioteca de Asurbanipal, último gran rey de Asiria. Este fragmento, fechado entre 950 y 612 a.C., conserva una parte preciosa de las aventuras de Gilgamesh y contribuye a la transmisión de este relato a lo largo de los siglos.
El collar Gilgamesh, con sus caracteres cuneiformes minuciosamente grabados, rinde homenaje a los antiguos escribas mesopotámicos, guardianes del conocimiento y de la cultura. Estas inscripciones atestiguan no solo su habilidad técnica, sino también la importancia que la civilización mesopotámica otorgaba a la preservación de sus relatos y de su patrimonio.
El collar inspirado en el sello-cilindro del Rey de Kis es un ejemplo notable de la huella dejada por esta herramienta esencial de la cultura mesopotámica. El sello-cilindro desempeñaba un papel crucial tanto simbólico como administrativo. Utilizado para sellar y autenticar documentos y objetos valiosos, evidenciaba el poder y la autoridad de su portador. Los sellos-cilindro eran llevados a menudo por reyes, dignatarios y altos funcionarios, reflejando su elevado estatus social.
El sello-cilindro que hemos reproducido evoca un episodio importante de la épica de Gilgamesh. La escena grabada representa al rey-héroe Gilgamesh, acompañado de bueyes míticos, erguido orgullosamente entre dos leones. Esta imagen poderosa simboliza tanto la valentía, la fuerza y la soberanía de Gilgamesh. Los leones, figuras recurrentes en el arte mesopotámico, se asociaban con la realeza y la protección divina, mientras que los bueyes míticos eran símbolos de abundancia y fertilidad.
Este fascinante artefacto se conserva actualmente en el Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania, donde continúa cautivando a los visitantes por la delicadeza de su grabado y la profundidad de su simbolismo. Descubierto en la tumba de Mesannepada, primer rey de la primera dinastía de Ur, este sello-cilindro, que data del siglo XXVI a.C., refleja la grandeza y la complejidad de la civilización mesopotámica.
Al elegir reproducir este fragmento de sello-cilindro en una joya, quisimos capturar no solo la belleza artística del original, sino también la herencia de una época en la que el poder, lo divino y lo administrativo estaban íntimamente ligados. Este collar es tanto una celebración de la valentía heroica como un testimonio de la riqueza cultural de Mesopotamia.
Para profundizar en el conocimiento del arte y la historia de Mesopotamia, le recomendamos los siguientes libros:
El Neolítico, a menudo llamado la "revolución agrícola", marca un período crucial en la historia de la humanidad. Fue en esta época cuando el hombre comenzó a domesticar plantas y animales, desarrollando así la agricultura y la ganadería. Este cambio transformó progresivamente a grupos nómadas en comunidades sedentarias. Este nuevo modo de vida también vino acompañado de un descubrimiento fundamental: el dominio de los metales. Al principio, el hombre trabajaba la piedra, el hueso y la madera, pero con la transición a la Edad de Bronce exploró metales como el cobre y el estaño, creando herramientas y adornos cada vez más sofisticados.
Los monumentos megalíticos, como los cromlech, dólmenes y menhires, comenzaron a aparecer en toda Europa. Estas estructuras monumentales, a menudo utilizadas con fines rituales o funerarios, muestran la importancia que se daba a los ciclos estacionales y a la relación con el cosmos. Los menhires, en particular, simbolizan una conexión directa entre el hombre y las fuerzas cósmicas. Sus alineaciones, frecuentemente relacionadas con eventos astronómicos como los solsticios, evidencian un avanzado entendimiento de los ciclos de la naturaleza.
Con la llegada de la Edad de Hierro, los celtas dominaron gran parte de Europa y su cultura floreció. Las joyas celtas, realizadas en bronce, oro y a veces hierro, están decoradas con motivos geométricos o espirales que encarnan conceptos espirituales como la eternidad, la renovación y la conexión entre los mundos físico y espiritual. Estos motivos a menudo tienen su origen en las creencias druídicas, donde la naturaleza y sus ciclos están en el centro de los ritos y celebraciones. Las espirales celtas, por ejemplo, simbolizan el viaje del alma a través de la vida, la muerte y el renacimiento.
La relación del hombre con la naturaleza es un tema que nos apasiona especialmente, como lo demuestra nuestra página dedicada a "Druida y druidesa: la comunicación con la naturaleza". Los druidas, figuras centrales de las sociedades celtas de la Edad de Hierro, eran a la vez sabios, sanadores y guías espirituales. Poseían un conocimiento profundo de las plantas, los animales y los ciclos naturales, y utilizaban estos saberes para guiar a su comunidad hacia un modo de vida en armonía con el entorno. Sus prácticas rituales, a menudo realizadas en bosques sagrados o cerca de fuentes de agua, reflejaban esta veneración de la naturaleza como fuente de sabiduría y poder espiritual.
En cuanto a nuestro catálogo, ofrecemos una selección de reproducciones arqueológicas que atestiguan esta profunda relación entre el hombre y la naturaleza. Entre ellas, hemos añadido recientemente dos estelas grabadas, descubiertas en túmulos, así como un menhir. Estos artefactos son testigos de la manera en que nuestros antepasados buscaban expresar su vínculo con el mundo espiritual y natural a través de grabados simbólicos. Los túmulos, montículos de piedras, servían a menudo como sepulturas, pero también como marcadores territoriales, recordando la presencia duradera del hombre en paisajes sagrados.
Esperamos que estas reproducciones les permitan comprender y apreciar mejor la riqueza de la relación entre el hombre y la naturaleza, y que los inspiren a preservar esta valiosa conexión para las generaciones futuras.
La piedra guardiana de Newgrange es un tesoro arqueológico irlandés que data de aproximadamente 3200 a.C., y que inspiró la creación de un dije único. Colocada horizontalmente en la entrada del túmulo de Newgrange, un montículo megalítico situado en el valle del Boyne, esta enorme piedra fue apodada "piedra guardiana" debido a su papel protector simbólico. Este túmulo es un monumento funerario y astronómico notable, alineado con la salida del sol durante el solsticio de invierno, lo que evidencia el sofisticado conocimiento de los ciclos celestes por parte de los pueblos neolíticos.
Los motivos en espiral que adornan la piedra son característicos del arte megalítico y han fascinado a los arqueólogos durante siglos. Estas espirales, a menudo dispuestas en motivos triples o dobles, permanecen misteriosas en cuanto a su significado exacto. Algunas interpretaciones las asocian con elementos naturales como el agua, el viento o serpientes, simbolizando el flujo de las fuerzas vitales en la naturaleza. Otras teorías sugieren que podrían ser mapas topográficos, representando colinas, caminos o valles, marcadores de lugares sagrados o rutas ancestrales.
Más allá de la complejidad de estas grabaciones, es la posición estratégica de esta piedra lo que le confiere su estatus de guardiana. Colocada en la entrada del túmulo, parece haber sido diseñada para proteger el acceso a los secretos funerarios y rituales ocultos dentro del monumento. Esta idea de protección nos inspiró especialmente en la creación de este dije, que simboliza no solo la protección física, sino también la preservación de la memoria de nuestros ancestros. Al transformar esta piedra en joya, buscamos honrar el vínculo entre el hombre, la naturaleza y el cosmos, perpetuando los misterios del pasado.
El segundo dije que creamos está inspirado en el Túmulo de Gavrinis, situado en el Golfo de Morbihan, en Bretaña, Francia. Este túmulo, erigido en una pequeña isla hace aproximadamente 6000 años (4000 a.C.), es uno de los monumentos megalíticos más antiguos y destacados de Europa. El largo corredor funerario de Gavrinis está decorado con piedras grabadas, y es uno de estos ortostatos, bloques de piedra verticales y grabados, el que inspiró este dije único.
Esta piedra decorada presenta una complejidad visual fascinante, compuesta por formas curvilíneas: arcos entrelazados, espirales, concavidades, así como motivos serpentiformes y algunas líneas rectas y chevrones. Estas grabaciones geométricas crean una disposición armoniosa que refleja la habilidad artística de los hombres del Neolítico. Entre estos motivos, también se encuentran hachas pulidas, figuras emblemáticas del Neolítico, grabadas verticalmente en algunos ortostatos del sitio, posiblemente simbolizando poder y protección.
Las interpretaciones de estas grabaciones son variadas. En el caso de Gavrinis, los arqueólogos tienden a ver representaciones del agua, debido a la cercanía del túmulo con el mar. Este montículo aislado en una isla podría haber simbolizado un viaje espiritual hacia el más allá, o una conexión mística con las fuerzas del mar y las aguas circundantes. Los grabados de olas y espirales evocan esta fuerza fluida, quizá un homenaje a los espíritus del agua o a los dioses marinos venerados en la época. Este vínculo entre las formas grabadas y el entorno natural refleja un conocimiento profundo de los ciclos naturales y de las fuerzas de la naturaleza por parte de los pueblos neolíticos.
Elegimos esta piedra no solo por la disposición inusual de sus curvas y motivos serpentinos, sino también por el significado místico y geográfico del sitio. El aislamiento de la isla y la presencia de un monumento funerario de tal magnitud invitan a imaginar rituales druídicos, ceremonias en las que sacerdotes y druidas se trasladaban a esta isla sagrada para conectarse con las fuerzas de la naturaleza y los espíritus del agua. Este dije encarna ese viaje místico, y cada curva grabada en la piedra parece narrar una historia de conexión espiritual entre el hombre y su entorno.
El collar Menhir de la dama de Saint-Sernin nos transporta al corazón del tercer milenio antes de nuestra era, con una estela notable localizada en Saint-Sernin-sur-Rance, en el departamento de Aveyron, Francia. Esta estela antropomórfica, que data del final del Neolítico, representa una figura femenina con el rostro grabado con motivos complejos, ofreciendo una visión fascinante de la vida y las costumbres de las sociedades prehistóricas de la Edad del Bronce.
La estela es especialmente destacable por su rara representación de un ser humano, en este caso una mujer. Los motivos de tatuajes en el rostro de la figura han suscitado numerosas interpretaciones. Algunos investigadores sugieren que podrían haber tenido una función ritual o simbólica, relacionada con creencias espirituales o prácticas religiosas específicas.
Esta estela también evidencia la importancia otorgada a las mujeres en estas sociedades celtas, donde podían desempeñar roles variados e influyentes. Los hallazgos arqueológicos indican que las mujeres podían ejercer funciones de sacerdotisas (druidesas), guerreras, así como líderes y consejeras. La presencia de esta estela antropomórfica pone de relieve el reconocimiento de estos roles importantes y el lugar significativo que las mujeres ocupaban en las sociedades de la época.
Al crear este collar, quisimos capturar no solo la belleza y complejidad de esta antigua obra, sino también honrar la memoria de estas figuras femeninas que moldearon las primeras culturas europeas.
Para descubrir nuestra Venus Cucuteni del Neolítico, emprendimos un viaje hacia Europa del Este, entre Ucrania y Rumania, donde encontramos a esta diosa madre, que data de entre 4050 y 3900 a.C., perteneciente a la cultura Cucuteni, una de las civilizaciones más desarrolladas de la época. Esta cultura, también conocida como Cucuteni-Trypillia, es destacable por sus avances en agricultura, sus complejos comunitarios y sus obras de arte.
La Venus de Drăguşeni, junto con otras figurillas similares descubiertas en esta región, ilustra no solo la veneración de la fertilidad, sino también la sofisticación de las prácticas religiosas y artísticas de la cultura Cucuteni. Conservada en el Museo del Condado de Botoşani en Moldavia, Rumania, esta figurilla de terracota es un testimonio valioso de cómo estas sociedades antiguas percibían y honraban las fuerzas de la naturaleza y de la fertilidad.
La Venus Cucuteni simboliza la conexión profunda entre el hombre y la naturaleza, así como la importancia del concepto de "fertilidad" para estos nuevos centros urbanos, cuya supervivencia dependía del desarrollo de la agricultura y la ganadería. Probablemente, estas figurillas se utilizaban en ritos y ceremonias destinados a asegurar la prosperidad de los cultivos y la fertilidad de las mujeres, reflejando así la creencia en una ayuda divina para garantizar el crecimiento y la prosperidad de las comunidades.
Nuestro collar búho del Neolítico se inspira en una tablilla de pizarra encontrada en Cerro de la Cabeza, en Valencina de la Concepción, España, que data de la Edad del Cobre, entre 4500 y 2500 a.C. Este sitio, ubicado en la región de Sevilla, es famoso por sus riquezas arqueológicas y sus artefactos sofisticados.
Las tablillas de pizarra de esta época suelen estar decoradas con motivos elaborados, y esta no es la excepción. El diseño minucioso y original de esta tablilla representa un búho, un ave con una simbología compleja y fascinante. Como criatura nocturna, el búho se asocia a menudo con la sabiduría, la visión interior y la protección contra los malos espíritus. En el contexto neolítico, también podría estar relacionado con deidades nocturnas o figuras espirituales encargadas de velar por la fertilidad y la prosperidad de las comunidades.
Esta tablilla podría representar así a una diosa nocturna de la fertilidad, una figura poderosa y misteriosa que supervisa y favorece el crecimiento de los cultivos y el bienestar de los miembros de la comunidad. La elección de este ave como motivo central en nuestro collar es, por tanto, no solo una celebración del arte y la cultura neolítica, sino también una evocación del papel protector y nutritivo de las deidades asociadas a la naturaleza y la fertilidad.
Ahora damos un salto en el tiempo, entre el 50 a.C. y el 50 d.C., para descubrir un objeto destacado de la Gran Bretaña celta: el espejo de Desborough. Este tipo de artefacto celta de bronce es extremadamente raro fuera de las islas británicas y refleja una tradición insular particular. El espejo fue descubierto a principios del siglo XX en el condado de Northamptonshire, Inglaterra.
El espejo de Desborough se ubica en el periodo conocido como La Tène insular, una fase tardía de la cultura celta británica marcada por influencias diversas, incluidas las romanas, justo antes de la conquista de la isla. Está compuesto por un disco de bronce pulido que forma la superficie reflectante, prolongado por un elegante mango torsionado.
Hemos decidido reproducir únicamente el reverso del espejo, magníficamente decorado. Este presenta motivos típicamente celtas: espirales, volutas y entrelazados que se despliegan en un equilibrio armonioso entre zonas texturizadas y lisas. Este juego visual parece reflejar el efecto de la reflexión y la inversión propios del espejo, acentuando el carácter mágico o ritual del objeto. La decoración, en constante movimiento, crea una sensación de fluidez y transformación, reforzando quizás la idea de que el espejo no servía únicamente para verse a sí mismo, sino también para mirar más allá, entre los mundos visibles e invisibles.
Para profundizar en el conocimiento del arte y la historia del Neolítico, le recomendamos los siguientes libros:
Hicimos una pequeña parada en las tribus pictas del norte de Escocia, que habitaron la región antes de la llegada de los romanos. Este pueblo extraordinario logró resistir tanto la conquista romana como las incursiones vikingas, lo que refleja su fuerza y resiliencia. Considerados a menudo como un pueblo misterioso y enigmático, los pictos dejaron numerosos vestigios arqueológicos y aparecen en muchos relatos históricos.
Los pictos eran conocidos por sus habilidades artesanales, especialmente en la fabricación de joyas y esculturas en piedra. Su arte se distingue por motivos geométricos complejos, símbolos místicos y representaciones estilizadas de animales, frecuentemente interpretados como símbolos protectores o como imágenes de deidades locales. Estos motivos decoran no solo las joyas, sino también las piedras grabadas y las cruces esculpidas que se encuentran en monumentos funerarios y religiosos.
Aunque los pictos fueron mayormente asimilados por los escoceses durante el primer milenio de nuestra era, su legado sigue fascinando a historiadores, arqueólogos y aficionados a la historia antigua. Los artefactos pictos ofrecen una valiosa visión de la cultura, las creencias y las prácticas de este antiguo pueblo, y su arte continúa cautivando la imaginación moderna por su riqueza simbólica y belleza atemporal.
Los pictos, un pueblo celta que ocupó el norte de Escocia, dejaron un legado arqueológico impresionante, especialmente a través de sus estelas y losas grabadas. Estas piedras ornamentadas están decoradas con motivos mágicos, animales, formas geométricas, así como escenas históricas o cotidianas. Con el tiempo, estos motivos a menudo se han interpretado desde la perspectiva del cristianismo, reflejando un periodo de transición cultural.
Entre estas estelas notables, nos hemos inspirado en la losa de Cadboll, una gran piedra grabada que data aproximadamente del año 800 d.C., ubicada en la península de Tarbat, en Easter Ross, Escocia. Esta estela imponente mide 2,34 metros de altura y pesa alrededor de 1,9 toneladas. El motivo principal de esta estela es una escena de caza dinámica, rodeada de símbolos tradicionales pictos, como espirales, cruces y motivos entrelazados.
El tamaño impresionante de esta estela requirió una selección cuidadosa para nuestra reproducción, con el fin de preservar la visibilidad y la integridad de los detalles. Para nuestro collar titulado "La media luna de Cadboll", elegimos reproducir únicamente la parte superior de la estela. Esta sección presenta una media luna estilizada, atravesada por líneas que podrían simbolizar flechas rotas o motivos de movimiento. Este diseño evoca la conexión entre el mundo natural y el cósmico, un tema recurrente en el arte picta.
Al elegir esta parte de la estela, rendimos homenaje a la complejidad y belleza del arte picta, ofreciendo a la vez una pieza que encarna la rica tradición artística de este antiguo pueblo. Este collar representa una interpretación moderna de un símbolo ancestral, conectando los misterios del pasado con las creaciones contemporáneas.
Para profundizar en el conocimiento del arte y la historia de los pictos, recomendamos los siguientes libros:
La prehistoria, esa época fascinante que marca los inicios de la humanidad, es un período lleno de misterio y resiliencia. Desde las primeras evidencias del uso de herramientas hasta los comienzos de las civilizaciones históricas, esta etapa se distingue por la adaptación progresiva del ser humano a su entorno y por la búsqueda constante de comprender el mundo que lo rodea.
Durante este período surgieron las primeras herramientas, las primeras obras de arte y las primeras creencias religiosas, ofreciendo perspectivas fascinantes sobre la vida cotidiana y las prácticas espirituales de estas antiguas sociedades.
La prehistoria sigue fascinándonos e intrigándonos, ya que nos recuerda no solo nuestros orígenes, sino también nuestro vínculo primordial con la naturaleza. Al explorar el arte prehistórico, podemos comprender mejor cómo nuestros antepasados expresaban su identidad, sus creencias y su relación con el entorno a través de creaciones artísticas y simbólicas.
El collar Rupestre ilustra una escena de caza típica del período prehistórico, inspirada en las pinturas rupestres de Barranc de la Valltorta, una región valenciana en España. Esta obra, que data de 10,000 antes de Cristo, pertenece a la época epipaleolítica y fue descubierta en la Cueva de los Caballos (dels Cavalls).
Las pinturas rupestres de este período destacan por su dinamismo y precisión, representando escenas de caza que muestran no solo las habilidades de los cazadores prehistóricos, sino también su relación profunda con el mundo animal. Las figuras estilizadas de los animales, a menudo acompañadas de símbolos abstractos, nos ofrecen una visión fascinante de la vida cotidiana y de las creencias espirituales de estos primeros hombres.
La escena de caza reproducida en este collar captura la esencia de la lucha por la supervivencia en un mundo aún salvaje, mostrando cómo los hombres prehistóricos acechaban y cazaban para alimentarse. Esta joya es un homenaje a su resiliencia y capacidad de adaptación, así como un reflejo de un mundo rico en símbolos y mitos.
Para profundizar en el conocimiento del arte y la historia de la prehistoria, le recomendamos los siguientes libros:
Los indios de América del Norte son una cultura fascinante que también exploramos. Estas tribus nómadas, que vivían y recorrían vastas extensiones de tierra, son un ejemplo notable de vida en comunión con la naturaleza. Respetaban las estaciones y la caza, tomando de la naturaleza únicamente lo necesario para vivir. Aunque hoy en día aún desconocemos gran parte de las creencias del pueblo amerindio, su creatividad nos sigue impresionando sin lugar a dudas.
Los amerindios desarrollaron una cultura rica y compleja, con tradiciones, creencias y prácticas propias. Sus artes, danzas y ceremonias reflejan su profundo respeto por la naturaleza y su conexión espiritual con el mundo que los rodea.
También dejaron un legado duradero en la medicina, la agricultura y la artesanía. Sus conocimientos y habilidades contribuyeron a moldear el mundo moderno, y su sabiduría continúa inspirando y guiando a quienes buscan vivir en armonía con la naturaleza. Las técnicas tradicionales de tejido, bordado con cuentas y escultura no solo han sobrevivido al paso del tiempo, sino que también se han adaptado e integrado en formas de arte contemporáneo, evidenciando la riqueza y resiliencia de su herencia cultural.
Hemos comenzado nuestra exploración de las tribus amerindias del Norte con la creación del collar Yahwera. Su motivo proviene de un petroglifo encontrado en la reserva de Coso Range, en California. Este petroglifo, que data de varios miles de años, representa una figura compleja, a menudo interpretada como un símbolo de conexión espiritual y poder chamánico.
El motivo, que parece representar un animal tótem o un espíritu guía, nos sumerge en el corazón de la visión chamánica de los pueblos originarios. En esta tradición, los chamanes desempeñan un papel crucial como mediadores entre el mundo de los espíritus y el mundo terrestre. Cada símbolo en los petroglifos está cargado de significados profundos, representando deidades protectoras o entidades espirituales vinculadas a aspectos específicos de la vida y de la naturaleza.
Este collar amerindio encarna así el respeto sagrado por la naturaleza, un valor fundamental para muchas tribus originarias. Los animales, a menudo considerados compañeros espirituales, son vistos no solo como fuentes de sustento, sino también como guías espirituales, simbolizando la conexión sagrada entre la humanidad y el reino animal. Esta conexión se manifiesta en la manera en que estas tribus celebran y honran la naturaleza, integrando elementos espirituales en sus prácticas cotidianas.
Nos dirigimos luego a las orillas del Mississippi para descubrir una gran ciudad prehispánica, mientras aún teníamos en mente la imagen clásica —aunque reduccionista— del indígena del Norte, completamente nómada. Esta ciudad, de aproximadamente 60 hectáreas, se llama Spiro Mounds y se encuentra en el condado de Le Flore, en Oklahoma (Estados Unidos). Fue ocupada entre los siglos IX y XV por un pueblo sedentario que hablaba una lengua de la familia caddoana, como las tribus actuales de Wichita, Kichai, Caddo, Pawnee o Arikara.
Spiro Mounds formaba parte de la vasta esfera de influencia de la cultura del Mississippi, un conjunto de sociedades complejas que construían montículos ceremoniales de tierra, se dedicaban a la agricultura (especialmente al maíz) y mantenían extensas redes comerciales que llegaban hasta los Grandes Lagos, las Montañas Rocosas y el Golfo de México. El sitio de Spiro es particularmente notable por la riqueza de los objetos hallados, testigos de una élite política y religiosa influyente.
De esta exploración nació el collar “Araña de Spiro Mounds”, inspirado en un dije ritual encontrado en el único montículo con función funeraria del sitio, llamado Craig Mound. Este dije, fechado entre los años 1200 y 1450 de nuestra era, estaba grabado en un caracol marino (Busycon perversum) procedente de las costas del Golfo de México, evidencia de intercambios a larga distancia. Representa una araña estilizada en el centro, rodeada por un círculo de manos humanas grabadas.
La araña es percibida como un mensajero sagrado y tejedora del destino, un símbolo antiguo de creatividad, paciencia, feminidad y conexión entre los mundos visibles e invisibles. En muchas culturas amerindias también encarna la sabiduría ancestral y el arte de narrar, tejiendo tanto historias como hilos. El círculo de manos, por su parte, podría evocar la transmisión, la identidad colectiva o el tránsito de un mundo a otro, especialmente en un contexto funerario.
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Quedamos cautivados por las culturas nómadas de las estepas de Eurasia, que encarnan una visión única de la libertad y la adaptabilidad. Estos pueblos, profundamente ligados a sus caballos y a las vastas tierras que recorrían, supieron evolucionar a pesar de las duras condiciones, como el intenso frío de las estepas. Su forma de vida, a menudo marcada por desplazamientos constantes y desafíos climáticos, forjó sin embargo guerreros temibles, unidos por una cultura y habilidades excepcionales.
Las estepas, con su inmensidad y aislamiento, sirvieron de terreno para el surgimiento de poderosos ejércitos nómadas, como los liderados por Gengis Kan. Estos nómadas abandonaron un modo de vida sedentario y agrícola alrededor del primer milenio a.C., optando por un estilo de vida centrado en la ganadería extensiva. Su dominio de la equitación, crucial para su supervivencia y éxito militar, les permitió convertirse en guerreros escurridizos, dejando una profunda huella en la historia de Eurasia.
A lo largo de los siglos, diversas etnias habitaron estas estepas, cada una aportando sus lenguas, tradiciones y contribuciones únicas. Entre estos pueblos se encuentran los cimerios, de origen iranio o tracio (siglos XIII-VIII a.C.), los escitas, también de origen iranio (siglos IX-II a.C.), y los sármatas, igualmente iranios (siglos VI-IV a.C.). Los xiongnu, de origen incierto, desempeñaron un papel crucial en la construcción de la Gran Muralla China, destinada a proteger el imperio chino de incursiones externas. Otros grupos notables incluyen los kouchanes (siglo I), los zianbels (156-234), los hephtalitas (siglo VI), los hunos (siglo IV) y los mongoles, fundados por el legendario Gengis Kan (1206-1368), entre muchos otros.
Estos pueblos no solo marcaron la historia con sus conquistas, sino también con su cultura rica y diversa, moldeada por las vastas extensiones de las estepas eurasiáticas.
Comenzamos nuestra exploración de las estepas de Eurasia enfocándonos en un símbolo central de estas culturas: el ciervo. En las primeras épocas de las culturas esteparias, el ciervo era una de las representaciones más comunes en diversos soportes artísticos, antes de ser reemplazado progresivamente por animales depredadores, especialmente el lobo. A pesar de su prevalencia, el significado exacto del ciervo sigue siendo objeto de interpretación. Está claro que servía como tótem-guía, a menudo asociado a funciones espirituales profundas. La frecuencia de sus representaciones en contextos funerarios y ciertas leyendas indica que el ciervo era percibido como un guía de las almas, protegiéndolas y acompañándolas en su viaje hacia el cielo.
Para nuestra primera representación del ciervo, nos inspiramos en la famosa princesa de Altái, cuyos tatuajes ofrecen pistas valiosas sobre el papel del ciervo en esta cultura. Elegimos centrarnos en un tatuaje particular de esta momia de la cultura Pazyryk. Este tatuaje muestra un animal cuyos atributos, como astas que terminan en flores y un cuerno curvado hacia atrás, generan debate sobre su identificación precisa: ciervo o criatura fantástica tipo cáprido-grifo. Las patas traseras del animal, orientadas hacia arriba, refuerzan la idea de que este ser flota, como un guía de almas.
Este tatuaje, junto con otros artefactos encontrados en las tumbas de las estepas, ilustra la importancia del ciervo en el imaginario espiritual y artístico de los pueblos nómadas. Los detalles minuciosos y la iconografía compleja de estas representaciones revelan cuánto se veneraba y consideraba sagrado a este animal. Como tótem, el ciervo simbolizaba probablemente la conexión entre el mundo de los vivos y el de los espíritus, desempeñando un papel crucial en los rituales funerarios y en las creencias sobre el más allá. Las joyas inspiradas en estos motivos ancestrales permiten preservar y rendir homenaje a esta conexión sagrada.
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Esperamos sinceramente que este fascinante viaje a través de las civilizaciones antiguas y las diversas culturas, que hemos compartido con ustedes, haya despertado su curiosidad e inspirado su imaginación tanto como nos ha inspirado a nosotros.
Les invitamos cordialmente a unirse a esta aventura creativa compartiendo con nosotros las obras, motivos o inspiraciones que les cautiven. Su visión única y sus sugerencias pueden abrir nuevas perspectivas y, tal vez, dar lugar a creaciones inéditas que enriquecerán nuestra comprensión colectiva de las culturas antiguas.
Somos conscientes de que nuestra búsqueda de conocimiento está lejos de estar completa. Cada intercambio, cada colaboración, es una oportunidad valiosa para aprender y crecer juntos. Creemos que es a través de este compartir de intereses y pasiones que podremos realizar magníficos descubrimientos y colaboraciones, y revivir la magia de las artes y tradiciones ancestrales.
Les agradecemos de antemano por su entusiasmo y contribución, y nos llena de alegría imaginar lo que el futuro nos depara en términos de creatividad e innovación.
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