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Las propiedades del jade

Jade, historia y propiedades curativas
Dije "Manjano" con jade.

El jade, nombrado por los conquistadores en el siglo XV como “piedra de ijada” o “piedra para el costado”, debe su denominación a su reputación ancestral de aliviar los males de los riñones y los cólicos nefríticos, así como a su papel protector frente a los espíritus considerados malévolos, según las leyendas de los pueblos originarios de América.

Esta piedra, especialmente apreciada en la decoración y la joyería, agrupa en realidad tres minerales distintos pero de apariencia similar: la jadeíta, la nefrita y el kosmochlor.

Fue el mineralogista Alexis Damour quien, en 1863, diferenció los dos principales tipos de jade: la jadeíta y la nefrita.
El término “jadeíta” encuentra también su origen en el latín lapis nephriticus, o “piedra del flanco”, en referencia a las creencias amerindias relacionadas con sus virtudes protectoras para los órganos internos.

El jade se divide así en dos grandes tipos principales:

  1. El jade nefrita, compuesto de silicato de calcio y magnesio, se distingue por tonos que van del blanco crema al verde oliva oscuro, así como por matices marrones o negros. Su superficie presenta un ligero brillo natural que le otorga un aspecto liso y satinado, muy apreciado en la escultura.
  2. El jade jadeíta, formado por silicato de sodio y aluminio, es especialmente valorado por su paleta cromática muy amplia, aunque el verde sigue siendo su color emblemático. Puede presentar tonalidades que van del blanco puro al negro, con variaciones en rosa, verde azulado (también llamado jade olmeca), verde oscuro (jade maya), azul, verde esmeralda, lavanda, rojo, naranja e incluso verde negro. Este tipo de jade, más raro que la nefrita, es también más denso y suele ser más apreciado en la joyería de alta calidad.

La compra de jade requiere una atención especial debido a la gran cantidad de imitaciones presentes en el mercado. La serpentina, en particular, a veces denominada antigorita, es una piedra menos costosa y mucho más blanda que, una vez teñida, puede asemejarse al jade. Aunque se utiliza con frecuencia en la escultura por su facilidad de tallado, no posee ni la dureza ni las cualidades simbólicas tradicionalmente asociadas al jade auténtico.

En el plano físico, el jade es una piedra notablemente resistente, con una dureza de entre 6 y 7 en la escala de Mohs para la jadeíta, y de 6 a 6,5 para la nefrita, lo que la hace duradera y adecuada para un uso cotidiano. Su estructura fibrosa y granular le confiere una resistencia excepcional a los impactos, un rasgo que contribuyó a su amplia utilización como material para herramientas y objetos ceremoniales en numerosas culturas antiguas.

Historia, leyendas y creencias sobre el jade

Desde la Edad de la Piedra Pulida, el jade ha sido utilizado para fabricar armas, objetos ornamentales y piezas rituales, lo que da testimonio de su valor tanto espiritual como práctico. En numerosas culturas antiguas, esta piedra se asocia con la sabiduría, la longevidad y la prosperidad.

Los egipcios lo honraban al asociarlo con Maat, diosa de la justicia, ya que su color verde simbolizaba el equilibrio, la verdad y la armonía.

Entre los celtas de Irlanda, el jade estaba vinculado a Brigit, diosa del principio femenino, de la fertilidad y de la sanación.

Historia, tradición y propiedades curativas del jade
Pulsera "Hemere" con jade.

En la Antigüedad, el jade también adornaba las viviendas mediante delicadas esculturas que simbolizaban la longevidad y la prosperidad, subrayando el valor estético y simbólico de esta piedra en la vida cotidiana.

El jade representaba igualmente a las Moiras en la mitología griega, las tres diosas del destino que regían la vida de los seres humanos desde su nacimiento hasta su muerte, lo que da testimonio de la profunda carga simbólica del jade como piedra del destino. Los griegos también le atribuían virtudes terapéuticas: lo utilizaban para aliviar los ojos cansados colocando fragmentos de jade sobre los párpados, y empleaban soluciones limpiadoras para aliviar infecciones oculares. En forma de elixir, el jade se usaba para tratar mordeduras de serpientes o roedores, así como dolores de estómago, revelando la diversidad de usos curativos que se le atribuían.

Los romanos, por su parte, asociaban el jade con Bona Dea, diosa de la tierra y de la fertilidad, lo que reforzaba aún más el vínculo entre esta piedra, la naturaleza, la fecundidad y la abundancia.

En China, el jade, o “Yu”, ha ocupado un lugar central en el arte y la cultura desde tiempos remotos. Era considerado un símbolo de pureza, nobleza e inmortalidad, y representaba la quintaesencia de la virtud. El jade simbolizaba el poder absoluto del emperador: este poseía un cetro de jade, mientras que los cinco príncipes principales tenían cada uno una tablilla de jade que debían devolver anualmente al emperador, quien decidía entonces si conservaban o no su estatus.
Según la mitología china, el jade era incluso percibido como el esperma seco del dragón, lo que otorgaba a esta piedra un aura de divinidad y de poder cósmico. La piedra era tan sagrada que su uso en la medicina estaba estrictamente regulado, y cualquier daño causado a un objeto de jade podía ser castigado con la pena de muerte.
En los rituales funerarios, una cigarra de jade se colocaba en la boca de los difuntos, simbolizando la vida eterna y la resurrección. El jade servía para preservar las energías del yin, previniendo la descomposición del cuerpo y asegurando una buena reencarnación.
El jade era también un símbolo de amor y de felicidad conyugal, en relación con la diosa Guan Yin, encarnación de la piedad, la compasión y el amor incondicional. Tradicionalmente, un fragmento de jade tallado en forma de mariposa se ofrecía a la futura esposa durante el compromiso, evocando una leyenda en la que un joven, al perseguir una mariposa de vivos colores, entró en los jardines de un rico mandarín. En lugar de ser castigado por la intrusión, conoció a la hija del mandarín y se casó con ella. Este ritual perpetúa el símbolo del amor feliz y del bienestar conyugal.
Las celebraciones nupciales chinas también rinden homenaje al jade: los recién casados beben en una copa de jade con forma de gallo, símbolo de fidelidad, inspirada en una conmovedora leyenda según la cual un gallo blanco se habría suicidado para permanecer junto a su dueña.

Jade, historia y propiedades curativas
Dije "El canto de las cigarras" con jade.

Para los pueblos prehispánicos, y en particular para los mayas, el jade superaba al oro en valor y simbolizaba la creación y la esencia misma de la vida. Cuando Cortés pidió a Moctezuma que le entregara sus tesoros, esperando recibir grandes cantidades de oro, este le ofreció jade, pues consideraba esta piedra como algo invaluable.
En las tribus de México, de América Central y del Sur, el jade estaba también estrechamente vinculado al agua, y ofrendas de jade eran arrojadas con regularidad a los pozos sagrados o cenotes para invocar a los espíritus de las aguas.
Esta piedra preciosa era asimismo utilizada con frecuencia para la elaboración de máscaras y objetos rituales, encarnando un vínculo sagrado con los elementos naturales y las prácticas espirituales.
Los aztecas asociaban el jade con Chalchiuhtlicue, diosa del agua y protectora de los niños, cuyo nombre significa “falda de jade”. La piedra también estaba dedicada a Coatlicue, diosa de la vida y de la muerte, apodada “la de la falda de serpientes”, lo que subraya la riqueza simbólica del jade dentro de su panteón.

Los maoríes de Nueva Zelanda también consideraban sagrado el jade, en particular bajo la forma de nefrita, asociada al agua y a la diosa Hine-nui-te-pō, la gran señora de la noche y de la muerte. Uno de los objetos más emblemáticos de la cultura maorí es el Hei-tiki, un colgante generalmente tallado en jade que representa a un ancestro mítico. Los maoríes lo llevaban alrededor del cuello para unir su mana, o energía espiritual, con la de sus antepasados, reforzando así su conexión con el linaje.

Yacimientos:
El jade nefrita se encuentra principalmente en China, Rusia, Nueva Zelanda y Canadá.
El jade jadeíta se encuentra, entre otros lugares, en Guatemala, Kazajistán y Birmania, así como en variedades asociadas al kosmochlor, a veces denominado jade imperial.

Las virtudes y beneficios del jade

A lo largo de la extensa historia de la humanidad, distintas sociedades han atribuido al jade diversas propiedades, virtudes e interpretaciones de carácter curativo. Los elementos presentados aquí se inscriben en una perspectiva cultural e histórica, con el fin de ilustrar la relación simbólica que se ha ido construyendo entre esta piedra y las civilizaciones humanas a través de los siglos. Al igual que en el caso de las piedras anteriores, estas asociaciones responden a una lectura descriptiva e interpretativa, basada en tradiciones antiguas y usos históricos. No constituyen en ningún caso una recomendación terapéutica o médica ni reflejan creencias personales.

  • En ciertas tradiciones, el jade es evocado por su vínculo simbólico con el fortalecimiento del corazón, los riñones y las defensas naturales del cuerpo. Se asocia entonces a la idea de un apoyo global a la vitalidad, a la resistencia física y al equilibrio de las funciones esenciales, dentro de una visión antigua de la salud entendida como armonía entre los órganos.
  • El jade también es mencionado por sus cualidades tradicionalmente consideradas purificadoras, en particular en relación con la sangre. Se le asocia simbólicamente a la estimulación del bazo, los riñones y las glándulas suprarrenales, contribuyendo a una mejor circulación y a un equilibrio interno. Esta función purificadora suele vincularse a las nociones de regeneración y renovación celular, muy presentes en las representaciones antiguas del jade.
  • En varias culturas, el jade está asociado a la longevidad y a la fertilidad, especialmente masculina. A veces se le evoca como una piedra ligada a la vitalidad sexual y a la energía creativa, encarnando la continuidad de la vida y la transmisión. Estas interpretaciones se inscriben en una simbología antigua del jade como piedra de prosperidad y permanencia.
  • El jade también es mencionado, en ciertas lecturas tradicionales, por su relación con los ojos y la visión. Se le asocia entonces con la claridad visual y el alivio de la fatiga ocular, en resonancia con su simbolismo de lucidez, justeza y una mirada equilibrada sobre el mundo.
  • Asociado al elemento agua en diversos sistemas simbólicos, el jade se relaciona con frecuencia con el equilibrio hormonal y los ciclos naturales. Está particularmente presente en tradiciones femeninas, donde se le evoca para acompañar el ciclo menstrual, favorecer su regularidad y aliviar los malestares asociados, reflejando una búsqueda de armonía corporal y fluidez.
  • En el plano emocional, el jade suele asociarse con el apaciguamiento del sistema nervioso y la regulación del ritmo interior. Se le evoca para favorecer la tranquilidad mental, el soltar tensiones y la gestión del estrés, ayudando simbólicamente a atravesar la ansiedad con mayor estabilidad y suavidad.
  • En algunas tradiciones, el jade también se vincula con el alivio de dolores físicos, en particular articulares. A veces se asocia con las caderas y la parte baja de la espalda, zonas clave del sostén corporal, y se le evoca por su efecto cálido y relajante, dentro de un enfoque global del confort físico.
  • El jade es asimismo mencionado por su vínculo simbólico con la resistencia frente a desequilibrios internos, incluidas ciertas infecciones. Se le evoca en particular en el contexto de las cistitis y los trastornos genitourinarios, en coherencia con su antigua asociación con los riñones y las funciones de eliminación, reforzando la idea de un bienestar general.
  • Más allá de sus dimensiones físicas, el jade ocupa un lugar central en los sistemas de valores de numerosas culturas. Símbolo de caridad, justicia, modestia, valentía y sabiduría, encarna una fuerza interior basada en el equilibrio y la constancia. De este modo, se percibe como un guía simbólico que favorece la reflexión, la rectitud y la estabilidad emocional.
  • En las prácticas meditativas, el jade se utiliza con frecuencia como piedra de anclaje. Se le asocia con la armonización de las energías interiores y con un profundo recentramiento, fomentando la compasión, la tolerancia y una actitud mesurada en las relaciones humanas.
  • Finalmente, en ciertas tradiciones de protección simbólica, el jade es evocado como una piedra de preservación y serenidad. Se le asocia con el alejamiento de influencias percibidas como negativas y con la instauración de un clima de paz interior. Esta simbología suele acompañarse de una relación con la suerte, la prosperidad y las oportunidades favorables, reforzando su imagen de piedra benévola y duradera a través del tiempo.

AlertaPor favor, tenga en cuenta que todas las propiedades curativas presentadas de las piedras provienen de tradiciones antiguas y de diversas fuentes culturales. Esta información se proporciona únicamente con fines informativos y de ninguna manera constituye un consejo médico. En caso de algún problema de salud, se recomienda consultar a un profesional calificado.

Lista de piedras que empiezan con la letra:

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Ejemplos de joyas realizadas con jade

Hemera, greek light bracelet in silver, leather, and lemon jade
Vendido
Majorelle, collar, tobillera y pulsera jardín azul en plata, turquesa, amazonita, labradorita, lapislázuli y jade
Vendido
Berlingot, collar, tobillera y pulsera dulzura en plata, turquesa, amazonita, jade, cuarzo, turmalina rosa y turmalina verde
Vendido
Manjano, square fruit pendant in silver and lemon jade
Vendido

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