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Las propiedades de la malaquita

Malaquita, historia y propiedades curativas
Dije "Musgo" con malaquita.

La malaquita es un mineral que pertenece a la clase de los carbonatos, formado principalmente por carbonato básico de cobre, con la fórmula química Cu₂CO₃(OH)₂. Su color verde vibrante se debe a la presencia de cobre, un elemento clave que también interviene en la formación de sus motivos característicos, como círculos concéntricos o bandas. Estos dibujos suelen recordar los anillos de crecimiento de un árbol o incluso ojos, lo que refuerza su atractivo visual.

Este mineral se forma principalmente en las zonas de oxidación de los yacimientos de cobre, a menudo acompañado de otros minerales como la azurita, la crisocola y la turquesa. Los cristales de malaquita, aunque poco frecuentes, pueden presentarse en formas prismáticas o aciculares, pero se encuentra más comúnmente en forma masiva, botrioidal o en estalactitas.

La malaquita es una piedra relativamente blanda, con una dureza de entre 3.5 y 4 en la escala de Mohs, lo que la convierte en un material delicado que requiere cuidados especiales. También es sensible a la acidez, lo que puede provocar su degradación al entrar en contacto con sustancias corrosivas. Por esta razón, suele protegerse mediante tratamientos o acabados específicos cuando se utiliza en joyería u objetos decorativos.

Aunque fue mencionada por primera vez por Plinio el Viejo alrededor del año 77 d.C., la malaquita ya era conocida mucho antes, lo que da testimonio de su herencia antigua y de su larga historia a lo largo de las civilizaciones.

El origen del nombre malaquita sigue intrigando a historiadores y lingüistas. Si el término griego “malakos” (suave) alude a su textura y relativa maleabilidad, la hipótesis que relaciona su nombre con la “malva”, una planta de hojas verdes, enriquece su simbolismo natural. Esta doble etimología subraya tanto su cualidad artesanal como su vínculo con el mundo vegetal, reforzando su relación simbólica con la naturaleza.

Además de su denominación principal, la malaquita es conocida bajo numerosos nombres, entre ellos crisocola verde, cobre carbonatado verde, cobre sedoso, flor de cobre verde, óxido verde de cobre, verde de cobre, verde de cobre ferruginoso o verde de montaña.

Los yacimientos de malaquita más conocidos se encuentran en los montes Urales, en Rusia; en la República Democrática del Congo, especialmente en la región de Kolwezi; en Namibia; en Australia; y en Arizona, en Estados Unidos. Los depósitos de los Urales, en particular, produjeron bloques gigantescos que marcaron la historia, como el famoso bloque de 260 toneladas mencionado en diversas fuentes. Estas enormes masas se utilizaron con frecuencia para la creación de grandes objetos artísticos y decorativos, reflejo del lujo de las épocas imperiales.

En San Petersburgo se conserva una impresionante pieza de malaquita de aproximadamente 89 cm de largo y cerca de 50 cm de ancho, que evoca la majestuosidad de esta piedra. En 1835, los mineros rusos de los Urales sacaron a la luz una malaquita de calidad excepcional, con un peso superior a las 260 toneladas. Los nueve años de trabajo necesarios para liberar este gigantesco bloque, seguidos de doce años adicionales para elevarlo hasta la superficie, dan testimonio del enorme valor atribuido a esta gema y de la complejidad de su extracción.

Historia y propiedades curativas de la malaquita
Dije "El Reino del Cuervo" con malaquita.

La malaquita siempre ha sido un elemento muy apreciado en la decoración y la joyería. Se utiliza para adornar mesas, cajas, mostradores y columnas, aportando un toque de sofisticación a cualquier entorno. Obras arquitectónicas emblemáticas, como el Museo del Hermitage en San Petersburgo, ponen en valor esta piedra de manera espectacular. Las columnas de malaquita que decoran la sala del trono constituyen una demostración impactante de la opulencia imperial rusa. Estas columnas, cuidadosamente pulidas, reflejan la luz de forma intensa y subrayan la riqueza del lugar.

En el Palacio de Versalles, la malaquita aparece en diversos objetos decorativos, en particular en grandes jarrones y relojes ornamentales, que dan testimonio de su papel dentro del lujo de las cortes europeas. El Vaticano también conserva objetos realizados en malaquita, como altares y elementos decorativos, que enriquecen el patrimonio artístico y religioso del Renacimiento.

El trofeo de la Copa Mundial de fútbol, decorado con dos piezas de malaquita en su base, ilustra un uso contemporáneo de esta piedra, asociando su belleza natural con símbolos de gloria y universalidad.

Su polvo, empleado en productos de maquillaje, aprovecha sus propiedades antioxidantes para las células de la piel y su poder desintoxicante, ofreciendo un brillo natural y una piel visiblemente revitalizada.

En Europa, la malaquita fue apreciada desde la Antigüedad romana, no solo por su belleza, sino también por las propiedades protectoras que se le atribuían frente a los malos espíritus. Durante la Edad Media, también se utilizó como pigmento verde en la pintura, aunque su sensibilidad a la humedad limitaba su durabilidad.

Historia, leyendas y creencias sobre la malaquita

La malaquita, una de las piedras semipreciosas más antiguas, ha sido utilizada desde hace milenios en ornamentos. Un disco de malaquita hallado en Irak, en el valle de Shanidar, se remonta a la cultura neandertal y data de hace aproximadamente 10 500 años, lo que revela la larguísima historia de esta piedra fascinante. Asimismo, cuentas de malaquita descubiertas en la antigua ciudad de Jericó, en Israel, datan de alrededor de 9 000 años y dan testimonio de su uso temprano en la elaboración de adornos.

En la Antigüedad, la malaquita también se utilizó como pigmento mineral para crear intensos tonos azul verdosos. Sin embargo, esta pintura mineral, aunque deslumbrante en sus inicios, tiende a perder intensidad y a modificar su color con el paso del tiempo.

La malaquita fue un símbolo de poder y prestigio en diversas civilizaciones antiguas. Incrustada en los pectorales de los gobernadores asirios y presente en los cetros de los sacerdotes, representaba la riqueza, la autoridad y el estatus.

Los egipcios fueron de los primeros en explotar la malaquita de forma intensiva, desde alrededor del año 4000 a.C., con la apertura de las primeras minas. Consideraban esta piedra un símbolo de alegría y la vinculaban estrechamente con la diosa Hathor, protectora de los mineros y asociada al amor, la música y la maternidad.

Los fenicios, por su parte, llevaban amuletos de malaquita durante sus viajes marítimos, confiando en su capacidad para protegerlos de los peligros del océano.

litoterapia de malaquita
Dije "malaquita".

En la Antigüedad griega y romana, la malaquita era muy apreciada y se utilizaba para crear joyas suntuosas, ornamentos refinados e incluso sombras para los ojos. Además, se empleaba en forma de polvo con fines medicinales, ya que se creía en sus propiedades curativas para distintos padecimientos.

Los generales griegos la consideraban un talismán, al que atribuían la capacidad de guiarlos en sus decisiones estratégicas en el campo de batalla.
En el ámbito de la arquitectura, la malaquita también dejó su huella. Se dice que el templo de Artemisa en Éfeso, una de las Siete Maravillas del mundo antiguo, estaba decorado con malaquita, reflejando la riqueza y la grandeza del edificio.

Durante la Edad Media, se creía que la malaquita protegía contra la desgracia y las enfermedades. Se utilizaba para alejar el mal de ojo, proteger a los niños de las pesadillas y aliviar los dolores de estómago. En algunas regiones alpinas, como Saboya y Suiza, se ofrecían cruces de malaquita como talismanes a mujeres embarazadas y a madres de familia.

En el cristianismo, la malaquita aparece mencionada en ciertas traducciones del Nuevo Testamento como la octava piedra angular de la Nueva Jerusalén, simbolizando la estabilidad y la protección espiritual.
También se asocia a san Francisco de Asís, a quien se atribuye el don de comprender el lenguaje de los animales gracias a esta piedra, reforzando su vínculo espiritual con la naturaleza y con las criaturas de Dios.

La malaquita desempeñó un papel destacado en la corte de los zares rusos, especialmente en la suntuosa decoración de sus palacios. En un principio utilizada como simples botones para la vestimenta, su empleo se amplió rápidamente gracias a la técnica del mosaico. Este método permitía a los artesanos rusos cubrir grandes superficies con finas láminas de malaquita, creando composiciones únicas y espectaculares.

Bajo el Primer Imperio francés, Napoleón Bonaparte poseía una notable colección de objetos de malaquita, ofrecidos por los zares rusos tras el Tratado de Tilsit. Esta colección, que incluía una mesa, candelabros y una copa, simboliza los vínculos diplomáticos entre ambos imperios y la importancia de esta piedra como obsequio de prestigio.

Yacimientos: Namibia, Rusia, Hungría, Chile, Australia, Brasil, Francia, México, Colombia, Estados Unidos y la República del Congo.

Las virtudes y beneficios de la malaquita

A lo largo de la larga historia de la humanidad, diferentes sociedades han atribuido a la malaquita diversas propiedades, virtudes y usos de carácter curativo o simbólico. Los elementos presentados aquí se inscriben en un enfoque cultural e histórico, destinado a ilustrar la relación simbólica que se ha construido progresivamente entre esta piedra y las civilizaciones humanas a lo largo de los siglos. Al igual que en los ejemplos anteriores, estas interpretaciones corresponden a una perspectiva descriptiva, científica e histórica. En ningún caso constituyen una recomendación terapéutica o médica, ni reflejan nuestras creencias personales.

  • En algunas tradiciones antiguas, la malaquita se asocia con el buen funcionamiento del sistema digestivo. En ciertos relatos se menciona como una piedra vinculada a los trastornos digestivos, las infecciones intestinales o la regulación del metabolismo de los azúcares, contribuyendo simbólicamente al equilibrio y la armonía digestiva.
  • La malaquita también se evoca en varias culturas como una piedra asociada con el sistema respiratorio. Aparece en usos tradicionales destinados a apoyar la respiración y a fortalecer la resistencia frente a afecciones pulmonares o desequilibrios en las vías respiratorias.
  • Algunas tradiciones le atribuyen un vínculo simbólico con las glándulas endocrinas, especialmente la tiroides y el timo. En este contexto, la malaquita se describe como una piedra que participa en el equilibrio general de estos centros esenciales para el buen funcionamiento del organismo.
  • En usos tradicionales, la malaquita a veces se asocia con el alivio de los trastornos del sueño. Se menciona como favorecedora de un descanso más sereno y reparador, en relación con una búsqueda de armonía global del cuerpo y la mente.
  • La malaquita también se cita en tradiciones antiguas como piedra vinculada a la vejiga y el páncreas. Estas asociaciones simbólicas remiten a la idea de apoyar el buen funcionamiento de los órganos internos y el equilibrio de los fluidos corporales.
  • En ciertos relatos históricos, la malaquita es reconocida por su relación con la salud ocular. Se menciona como acompañante en la prevención o alivio de algunos trastornos de los ojos, especialmente en civilizaciones donde la piedra se molía y utilizaba en forma de pigmentos o ungüentos.
  • La noción de regeneración se asocia frecuentemente con la malaquita en las tradiciones antiguas. Se describe como una piedra que simboliza la renovación de los tejidos, la cicatrización y la capacidad del cuerpo para repararse después de lesiones o traumatismos.
  • En varias culturas, la malaquita se vincula con el ciclo femenino. Tradicionalmente se menciona como acompañante de la regulación de los ciclos menstruales y del alivio de los dolores o calambres, lo que le ha valido a veces ser considerada una piedra relacionada con la feminidad y los ritmos naturales del cuerpo.
  • La malaquita también se cita en tradiciones populares por su relación con dolores articulares, especialmente los vinculados a la artrosis. A menudo se asocia con la columna vertebral y las articulaciones, debido a su simbolismo de apoyo y solidez.
  • Algunas fuentes tradicionales mencionan el uso de la malaquita en el contexto de trastornos respiratorios crónicos, como el asma. Se percibe como un acompañamiento simbólico destinado a facilitar la respiración y reducir la sensación de opresión.
  • En interpretaciones más recientes, la malaquita a veces se asocia con el equilibrio del sistema cardiovascular. Se menciona en tradiciones que buscan apoyar la regulación de la presión arterial y la circulación sanguínea.
  • La malaquita también aparece en ciertos relatos históricos como piedra utilizada en el acompañamiento de trastornos neurológicos, incluida la epilepsia. Estos usos provienen de creencias antiguas y testimonian la importancia de la piedra en las prácticas simbólicas de cuidado.
  • En el contexto de los desplazamientos y viajes, la malaquita se asocia tradicionalmente con la protección frente a molestias como vértigo o náuseas. A veces se describe como piedra protectora del viajero, utilizada para acompañar los desplazamientos.
  • En el ámbito de la cosmética, la malaquita actualmente se incorpora a algunos productos debido a su riqueza mineral y contenido de cobre. Se valora por sus propiedades antioxidantes y se vincula a rituales de belleza destinados a revitalizar la piel, favorecer su regeneración y preservar su brillo natural.
  • En el plano simbólico, la malaquita se describe con frecuencia como piedra protectora. En muchas culturas se asocia a la neutralización de influencias consideradas negativas y al fortalecimiento de energías positivas, sirviendo como talismán o amuleto.
  • La malaquita también se percibe como piedra de transformación. Tradicionalmente se vincula a períodos de cambio, ayudando simbólicamente a superar miedos, resistencias internas y bloqueos emocionales, al mismo tiempo que fomenta la apertura del corazón y la aceptación de las transformaciones de la vida.
  • En ciertas tradiciones, la malaquita se menciona por su papel en el equilibrio emocional. Se asocia con la armonización de los sentimientos, el despertar de la compasión y el desarrollo de una forma de amor más universal y serena.
  • En la meditación o en prácticas introspectivas, la malaquita se utiliza a veces como soporte de reflexión. Sus patrones naturales, que evocan bosques, paisajes exuberantes o movimientos orgánicos, se vinculan a la exploración de recuerdos ocultos, a la comprensión de heridas emocionales y a una reconexión simbólica con la naturaleza.
  • Finalmente, la malaquita se describe a menudo como piedra calmante para la mente. Se asocia con la reducción del estrés y la ansiedad y a veces se menciona como apoyo para la creatividad y la imaginación, favoreciendo una liberación progresiva de pensamientos intrusivos.
  • Dado que la malaquita es una piedra rica en cobre, algunos de sus usos e interpretaciones tradicionales pueden relacionarse con los atribuidos a este mineral. Por ello, es posible consultar las virtudes culturales e históricas asociadas al cobre para comprender mejor la simbología vinculada a la malaquita.

 

Virtues of copper

AlertaPor favor, tenga en cuenta que todas las propiedades curativas presentadas de las piedras provienen de tradiciones antiguas y de diversas fuentes culturales. Esta información se proporciona únicamente con fines informativos y de ninguna manera constituye un consejo médico. En caso de algún problema de salud, se recomienda consultar a un profesional calificado.

Lista de piedras que empiezan con la letra:

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