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Las propiedades de las perlas naturales y cultivadas

perla, historia y propiedades curativas
Aretes "Armiño" con perlas cultivadas

Las perlas, ya sean naturales o cultivadas, son gemas orgánicas que se forman en el interior de moluscos bivalvos, principalmente ostras perleras y mejillones de agua dulce. Su brillo único proviene de la nácar, un material compuesto por cristales de aragonita dispuestos en capas sucesivas y unidos por conquiolina, una proteína que aporta flexibilidad y cohesión a la estructura de la perla.

 

Virtudes del nácar

 

Las perlas naturales se forman sin intervención humana, cuando un cuerpo extraño —un grano de arena, un parásito o un fragmento de concha— penetra de manera accidental en el molusco. Para protegerse, el animal recubre progresivamente este intruso con finas capas de nácar, dando origen a una perla. Este proceso es extremadamente raro en la naturaleza, lo que hace que las perlas naturales sean especialmente valiosas. En la actualidad, se han vuelto escasas en el mercado debido a la sobrepesca y a su baja frecuencia de aparición.

Las perlas cultivadas, aunque se basan en el mismo mecanismo biológico, se obtienen mediante la intervención humana. Un injertador introduce de forma deliberada un núcleo —una pequeña esfera de nácar o un fragmento de tejido del manto de otro molusco— en la ostra, lo que desencadena la producción de nácar. Según el método utilizado, se distinguen las perlas cultivadas de agua salada, producidas principalmente por ostras perleras, como las perlas Akoya, de los Mares del Sur y de Tahití, que suelen ser más redondas y presentan un brillo intenso. También existen las perlas cultivadas de agua dulce, procedentes de mejillones perleros y a menudo sin núcleo, lo que les permite adoptar formas más variadas y mostrar una gama de colores naturales que va del blanco al lavanda, pasando por tonos rosados y anaranjados.

Sean naturales o cultivadas, las perlas se presentan en ocho formas principales. Pueden ser redondas o semirredondas, las más apreciadas por su simetría; en forma de botón, ligeramente aplanadas y frecuentes en joyería con engaste cerrado; en forma de gota o pera, ideales para colgantes y aretes; ovaladas, como una alternativa elegante a las perlas redondas; barrocas, de formas irregulares valoradas por su carácter único; y anilladas, que presentan círculos concéntricos visibles en su superficie.

Las perlas cultivadas no solo se distinguen por su forma, sino también por su amplia paleta de colores naturales, que depende de la especie del molusco y de las condiciones ambientales. Las perlas Akoya suelen ser blancas o color crema con reflejos rosados, mientras que las perlas de Tahití ofrecen tonalidades que van del gris al negro, con matices verdes o color berenjena. Las perlas de los Mares del Sur se reconocen por sus tonos dorados y plateados, y las perlas de agua dulce destacan por su diversidad cromática, que incluye blanco, lavanda, durazno y rosa.

El brillo y el oriente de las perlas, es decir, su capacidad para reflejar la luz con matices iridiscentes, dependen de la calidad y del grosor del nácar. Cuanto más espeso y homogéneo es el nácar, mayor es la resistencia y durabilidad de la perla.

Al ser gemas orgánicas, las perlas tienen una vida útil estimada de entre 100 y 150 años, o incluso más si reciben un cuidado adecuado. Son sensibles a los productos químicos, a los ácidos y a la sequedad, factores que pueden afectar su brillo. Para conservar su luminosidad, se recomienda usarlas con regularidad —ya que la piel les aporta una hidratación natural— y evitar el contacto con perfumes y cosméticos.

Historia, leyendas y creencias sobre la perla

Las perlas han fascinado a la humanidad desde hace milenios. Su brillo misterioso, su rareza y su proceso de formación singular han alimentado mitos y leyendas a lo largo de numerosas civilizaciones. Aunque su descubrimiento se remonta a tiempos inmemoriales, durante siglos fueron consideradas tesoros de origen divino, símbolos de pureza, poder e inmortalidad. A diferencia de otras gemas, extraídas de la tierra y que requieren ser talladas para revelar su belleza, la perla es uno de los pocos joyeles que nace completamente formado, lo que le confiere un aura de perfección natural.

El origen exacto de su primer uso sigue siendo desconocido, pero excavaciones arqueológicas confirman su presencia en enterramientos que datan de al menos 5000 años antes de nuestra era. La perla más antigua conocida, descubierta en una tumba en Irán, tendría una antigüedad aproximada de 5500 años a. C. El atractivo de las perlas trasciende así las fronteras culturales y geográficas.

En muchas civilizaciones antiguas, las perlas eran percibidas como regalos de los dioses o lágrimas de las divinidades. Los romanos las consideraban el símbolo supremo de riqueza y poder. Julio César, en el año 55 a. C., promulgó incluso una ley que prohibía su uso a las clases inferiores, reservando este privilegio exclusivamente a la aristocracia. Cleopatra, reina de Egipto, habría disuelto una perla en vinagre para demostrar su fortuna y grandeza ante Marco Antonio.

Algunas civilizaciones tenían una visión muy distinta de las perlas. Hasta épocas relativamente recientes, los japoneses las consideraban simples formaciones calcáreas sin un valor particular, mientras que los polinesios las utilizaban como cuentas ordinarias, sin reconocer su potencial estético y simbólico.

La tradición milenaria de portar perlas parece haber surgido en la India y en otras regiones de Asia, donde los fenicios desempeñaron un papel fundamental en su comercio hacia Europa. Desde el siglo VI a. C., la dinastía Pandya, en el sur de la India, controlaba la pesca de perlas en el golfo de Mannar, una región célebre por la calidad excepcional de sus gemas. El historiador griego Megástenes menciona estas perlas de rara belleza, descritas como las más finas del mundo antiguo.

China, por su parte, inició la explotación intensiva de las perlas desde la dinastía Han (206 a. C. – 220 d. C.), mediante técnicas rudimentarias de cultivo en el mar del Sur de China. También se utilizaban en la farmacopea imperial, en particular en forma de elixir de juventud.

De manera paralela, los griegos las designaban con el nombre de “margaritas” y, tras las guerras médicas en el siglo V a. C., su uso se difundió ampliamente, convirtiéndose en un símbolo de lujo y refinamiento en todo el mundo mediterráneo.

Historia y propiedades curativas de la perla
Aretes "Perla" con perlas cultivadas

En la Biblia, las perlas se mencionan en varias ocasiones, especialmente en los Proverbios y en el Nuevo Testamento. Jesús compara el Reino de los Cielos con “una perla de gran valor” (Mateo 13:45-46), subrayando su rareza y su inestimable valor espiritual.

El Corán también hace referencia a las perlas como un ornamento celestial reservado a los bienaventurados del paraíso, símbolo de pureza y de perfección divina.

En el hinduismo, las perlas adquieren una dimensión espiritual y mística. El Garuda Purana, texto sagrado de la mitología hindú, menciona nueve perlas sagradas dotadas de poderes simbólicos y curativos. Vishnú, una de las principales deidades del hinduismo, suele representarse portando el kaustubha, un collar adornado con una perla divina. La perla también se utilizaba como talismán protector y formaba parte de rituales de purificación. Asimismo, estaba presente en la vida cotidiana, como el collar de 104 perlas llevado por el rey de Malabar, que simbolizaba el número de oraciones matutinas, o como el adorno divino del collar kaustubha que porta el propio Vishnú.
En la medicina tradicional, el polvo de perla era apreciado por sus propiedades medicinales, especialmente para favorecer la digestión, calmar la mente y reforzar la energía vital (prana).

Durante mucho tiempo, las perlas fueron un tesoro raro y difícil de obtener. Debido a su baja tasa de formación natural, su recolección exigía abrir miles de ostras con la esperanza de encontrar una sola perla. La pesca de perlas se realizaba poniendo en riesgo la vida de los buzos, especialmente en el golfo Pérsico, el mar Rojo y el océano Índico, donde se empleaban técnicas rudimentarias.
La revolución de la perlicultura comenzó a principios del siglo XX con Kokichi Mikimoto, un empresario japonés que perfeccionó la técnica del cultivo de perlas mediante la inserción de un núcleo en las ostras perleras. Este avance permitió producir perlas en mayor cantidad y hacer estas gemas más accesibles. En la actualidad, la mayoría de las perlas del mercado son de cultivo, ya sean perlas de agua dulce (China) o perlas marinas (Akoya, Tahití, Mar del Sur).
Gracias a estos avances, las perlas continúan fascinando, al combinar un simbolismo ancestral con una elegancia atemporal.

Yacimientos: en todo el mundo, especialmente en Japón, China, Tailandia y Tahití.

Perlas famosas

La Huérfana fue una de las piezas más notables de la corona española. Esta magnífica perla, de tamaño excepcional, fue descubierta en las aguas del golfo de Panamá. Se distinguía por su forma perfectamente simétrica y por su lustre extraordinario, lo que la convirtió en una de las joyas más apreciadas del tesoro real. Originalmente perteneció a la primera gobernadora de Cuba, doña Isabel de Bobadilla, y posteriormente fue ofrecida a la corona española, convirtiéndose en un símbolo de prestigio y de poder. Lucida por varios soberanos durante ceremonias de gran relevancia, desapareció de los registros oficiales tras la destrucción del palacio en un incendio ocurrido en el siglo XVIII. Su destino sigue siendo incierto: algunos historiadores sugieren que pudo haber sido vendida o integrada discretamente en otra joya real.

La Gran Perla Rosa ostenta el título de la perla fina de abulón más grande jamás descubierta. Procedente de un abulón excepcional, se distingue por su delicado color rosado y por sus reflejos iridiscentes, características poco comunes en este tipo de perlas. Esta perla barroca, con un peso de 470 quilates, fue hallada por Wesley Rankin en California en 1990, un descubrimiento que marcó un hito en el reconocimiento de las perlas de abulón como piezas de colección de alto valor. En 1991, su tasación alcanzó la impresionante cifra de 4.7 millones de dólares estadounidenses, reflejo de su rareza y de su extraordinario valor en el mercado.

Perla, historia y propiedades curativas
Anillo "Sirocco" con perlas cultivadas.

La Peregrina sigue siendo una de las perlas más legendarias de la historia. Descubierta con forma de gota, pesaba originalmente 55.95 quilates, lo que la convertía en la más imponente de su época. En 1913, tras una limpieza minuciosa y un pulido experto, su peso se redujo a 50.96 quilates, sin que ello afectara su fama ni su prestigio.
Su historia tumultuosa comienza en el siglo XVI, cuando un esclavo africano descubrió esta valiosa perla en las aguas del golfo de Panamá y la utilizó para comprar su libertad. Este relato, marcado por el sacrificio y la emancipación, contribuye a la dimensión mítica de La Peregrina. Posteriormente, por circunstancias envueltas en misterio, la perla llegó a manos del rey Felipe II de España, quien la ofreció como regalo a la nueva reina, María de España.
A lo largo de los siglos, La Peregrina pasó por numerosas manos. Transitó de la corona española a personajes ilustres como José Bonaparte y la reina Margarita, antes de ser adquirida por el marqués británico de Abercorn. En 1969, su historia dio un nuevo giro cuando el actor Richard Burton la compró por 37 000 dólares para obsequiársela a su esposa, la legendaria Elizabeth Taylor, reforzando así su aura en el mundo del cine y del espectáculo. Finalmente, en 2011, esta perla icónica fue vendida en subasta por la impresionante suma de 11 millones de dólares a un coleccionista anónimo, marcando un nuevo capítulo en su extraordinario recorrido histórico.

La perla de Abernathy, también conocida cariñosamente como « la pequeña perla de Willie », sigue siendo una auténtica maravilla de la naturaleza. Esta perla fina de agua dulce, considerada la más perfecta jamás descubierta, fue hallada de manera casi milagrosa en 1967 por un buzo de apellido Abernathy, dentro de un mejillón de aguas escocesas. Su brillo excepcional, su superficie lisa y su forma casi perfecta asombraron a todos los que la contemplaron, dando testimonio de una calidad rara vez alcanzada en las perlas de agua dulce, que suelen presentar formas más irregulares y un lustre menos intenso.
Este descubrimiento extraordinario despertó un gran interés entre gemólogos y joyeros, quienes vieron en ella la prueba de un potencial hasta entonces inexplorado de las perlas escocesas. A pesar de los intensos esfuerzos realizados para encontrar otros ejemplares de calidad similar, nunca volvió a descubrirse en Escocia otra perla de tal perfección, lo que acentuó aún más su estatus legendario en el mundo de la perlicultura. Paralelamente, las perlas de menor tamaño, aunque menos espectaculares, fueron explotadas comercialmente hasta el agotamiento de los bancos de moluscos, marcando una etapa de explotación intensiva de los recursos locales, a menudo en detrimento de la preservación de estos tesoros naturales excepcionales.

La perla de Alá, también conocida como la perla de Lao Tse, sigue siendo una maravilla marina de importancia incomparable. Descubierta en 1934 frente a las costas de Palawan, en Filipinas, esta perla colosal es fruto de un destino trágico, ya que un buzo perdió la vida durante su hallazgo. Su nombre, que combina referencias a Alá y a Lao Tse, refleja la admiración universal que inspira, trascendiendo fronteras culturales y religiosas.
Rescatada de las profundidades, fue bautizada por el emir de la isla en honor a su magnificencia, convirtiéndose así en la legendaria Perla de Alá. Con un peso aproximado de 6.4 kilogramos y una forma irregular que da testimonio de su formación en condiciones marinas extremas, esta perla se distingue por su volumen y su presencia imponente, situándose entre los descubrimientos más notables del mundo de los tesoros marinos.
En 1939, esta perla excepcional fue ofrecida a Wilburn Dowell Cobb en reconocimiento a su acto heroico, al haber salvado la vida del hijo del emir, un gesto que reforzó aún más la dimensión legendaria de esta joya. Su importancia histórica y su valor simbólico quedaron confirmados en 1980, cuando sus herederos la vendieron por un millón de francos al célebre joyero Peter Hoffman, marcando un punto de inflexión en su valoración comercial. La historia de la perla de Alá alcanzó su punto culminante en 2006, cuando su valor fue estimado en la vertiginosa suma de 61 850 000 dólares estadounidenses, reflejo de su rareza, su singularidad y su estatus legendario entre los mayores tesoros del mar.

La perla de Gogibus sigue siendo un tesoro invaluable en la historia de las perlas, reconocida como la perla fina con forma de pera más grande jamás descubierta durante la primera mitad del siglo XVII en la India Occidental. Con un peso de 126 quilates, esta perla legendaria habría sido adquirida por el rey de España Felipe IV al comerciante François Gogibus alrededor del año 1620.
Procedente de las ricas rutas comerciales entre la India Occidental y Europa, esta perla ilustra el refinamiento y la opulencia de los intercambios de la época. Su porte majestuoso y su brillo natural la convirtieron rápidamente en un adorno predilecto del monarca, quien la lucía con orgullo como broche en sus sombreros durante sus apariciones oficiales.

La perla de Gresham, un regalo notable ofrecido a la reina Isabel por el príncipe mercader Thomas Gresham, encarna tanto la generosidad como el ingenio de su benefactor. Valorada en su tiempo en la considerable suma de 15 000 dólares estadounidenses, esta perla preciosa fue presentada a la reina en circunstancias memorables.
Según la leyenda, Thomas Gresham, célebre comerciante y financiero de su época, habría reducido la perla a un polvo fino, que luego espolvoreó cuidadosamente sobre una rebanada de pan tostado, acompañada de una copa de vino. Este gesto espectacular tenía como objetivo impresionar al embajador de España y demostrar su capacidad para unir originalidad y refinamiento. Este acto audaz reflejaba el espíritu innovador de Gresham, capaz de sorprender incluso a los más altos dignatarios de la corte al fusionar arte culinario y simbolismo precioso, creando un momento inolvidable que quedó grabado en los anales de la corte isabelina.

Historia y propiedades curativas de la perla
Dije "Shinju" con una perla cultivada.

La perla del valle de Arco, una espléndida perla fina barroca de 575 quilates, adquirió una fama legendaria gracias a una historia impregnada de misterio y aventura. La leyenda cuenta que fue ofrecida al emperador de China Kublai Kan por el intrépido explorador Marco Polo, como testimonio de los relatos fabulosos de sus viajes a Oriente. Según esta tradición, la perla habría simbolizado un valioso presente diplomático, una ofrenda destinada a sellar una alianza o a recompensar la magnificencia del soberano. Aunque este relato, rico en evocaciones exóticas, alimenta el imaginario colectivo, no existe ninguna prueba histórica concluyente que lo confirme, dejando así la verdad envuelta en el velo del misterio.
E l nombre de la perla revela igualmente otra dimensión fascinante. La perla del valle de Arco debe su denominación a su asociación con dos prestigiosas familias austro-alemanas, los Arco y los Valley. Estas dinastías, reconocidas por su refinamiento y su influencia en los círculos aristocráticos europeos, habrían contribuido a perpetuar la leyenda de esta joya excepcional, inscribiendo su nombre en la historia como símbolo de lujo y enigma. De este modo, la perla encarna la intrigante fusión entre las leyendas orientales y la herencia aristocrática europea, reforzando su aura mítica y atemporal.

La perla de la Esperanza permanece como un ícono entre las perlas finas de mar, celebrada por su impresionante tamaño de 450 quilates y su renombre internacional. Aunque no es perfectamente redonda, su forma irregular le otorga un carácter único y una presencia imponente, con un diámetro que oscila entre 5 y 10 centímetros. Esta singularidad geométrica, lejos de disminuir su belleza, realza su encanto natural, dándole el aspecto de una obra maestra esculpida por la propia naturaleza.
A lo largo de los siglos, su fama se ha enriquecido con relatos de viajes, de su paso por manos reales y de colecciones privadas, convirtiéndola en un tesoro atemporal. Como auténtico símbolo de esperanza y perseverancia, encarna la belleza singular que nace de la imperfección, recordando que el verdadero encanto suele residir en la individualidad de cada creación natural.

La « Reina de las Perlas », una gema de belleza excepcional, se distingue por su redondez perfecta y su notable peso de 27.5 quilates, una perfección que la hace especialmente apreciada en el mundo de la perlicultura. En otro tiempo integrada en las joyas de la familia real de los Borbones, esta perla preciosa fue adquirida por Luis XIV en 1669, simbolizando el refinamiento y el poder de la monarquía francesa en la época del absolutismo. El Rey Sol, célebre por su exigente gusto por el lujo, convirtió esta perla en un verdadero emblema del esplendor de la corte.
Durante casi dos siglos, la « Reina de las Perlas » encarnó la grandeza y la magnificencia, adornando las joyas reales y participando en las fastuosas ceremonias que definían la elegancia de la corte francesa. Sin embargo, los profundos cambios provocados por la Revolución francesa pusieron fin a esta era gloriosa. En 1791, durante la venta de los bienes reales, esta perla fue cedida por la considerable suma de 200 000 libras, marcando su desaparición de la esfera pública y simbolizando el ocaso del Antiguo Régimen.
No obstante, la historia de la « Reina de las Perlas » no concluye ahí. Persisten especulaciones sobre su destino final. Algunos historiadores y coleccionistas sostienen que, tras desaparecer de los registros oficiales, habría sido rebautizada como « Pellegrina », un nombre que evoca su recorrido casi mítico a través del tiempo y los continentes. Según esta hipótesis, habría encontrado refugio en la colección de la familia Zosima y se exhibiría hoy en un museo de Moscú, conservando intactos los misterios y el esplendor de un pasado lejano.

Las virtudes y beneficios de la perla

A lo largo de la extensa historia de la humanidad, distintas sociedades han atribuido a las perlas propiedades, virtudes e interpretaciones de carácter curativo o simbólico. Los elementos presentados aquí se inscriben dentro de un enfoque cultural, histórico y descriptivo, cuyo objetivo es ilustrar la relación simbólica que se ha ido construyendo progresivamente entre la perla y las civilizaciones humanas a lo largo de los siglos. Al igual que en los ejemplos anteriores, esta información forma parte de una aproximación científica e histórica. En ningún caso constituye una recomendación terapéutica o médica, ni refleja convicciones personales.

  • En numerosas tradiciones, la perla ha sido asociada con la sinceridad y la verdad interior. A menudo se la describe como una piedra simbólica que fomenta la honestidad, la transparencia y una comunicación más auténtica. Esta simbología se ha extendido al ámbito de las relaciones humanas, donde la perla era percibida como un apoyo para fortalecer la confianza mutua, apaciguar tensiones y favorecer la resolución de conflictos mediante una expresión más justa y mesurada de uno mismo.
  • En el marco de las tradiciones relacionadas con la visión, la perla fue durante mucho tiempo considerada como un elemento de acompañamiento simbólico de los trastornos oculares. En algunas culturas se le atribuía un papel en la mejora de la claridad visual y en la reducción de la fatiga ocular. También se la mencionaba para aliviar ciertos malestares relacionados con la vista, como irritaciones, infecciones o problemas más profundos como la catarata, siempre desde una lectura simbólica y no médica.
  • Dentro de las interpretaciones tradicionales vinculadas al corazón, la perla de cultivo es mencionada con frecuencia como un objeto simbólico asociado a la armonía cardiovascular. Se la evocaba para acompañar las palpitaciones, favorecer una circulación sanguínea más fluida y contribuir a un mejor equilibrio de la presión arterial, en consonancia con una búsqueda general de estabilidad y regulación del ritmo vital.
  • En litoterapia y en algunas medicinas tradicionales, la perla también ha sido utilizada como soporte simbólico para aliviar trastornos digestivos. Se la asociaba con el equilibrio del sistema gastrointestinal, una digestión más armoniosa y un mayor confort abdominal, integrándose así en una visión global del bienestar corporal.
  • La perla también se ha vinculado con frecuencia a las capacidades reproductivas y a los ciclos de la vida. En diversas culturas, formaba parte de rituales o prácticas simbólicas destinadas a apoyar la fertilidad y la fecundidad. Esta asociación se inscribía en una concepción de la perla como símbolo de nacimiento, gestación y renovación, aportando esperanza y acompañamiento simbólico a las parejas con deseo de concepción.
  • Algunas corrientes tradicionales atribuyeron a la perla un papel en el acompañamiento de los trastornos del estado de ánimo. En ciertos contextos fue mencionada en relación con la inestabilidad emocional, incluidos estados cíclicos o contrastantes como la bipolaridad, donde era percibida como un apoyo simbólico que favorecía la calma mental, la moderación de los excesos emocionales y la búsqueda de un equilibrio interior más duradero.
  • La perla de cultivo también aparece en tradiciones relacionadas con el sistema urinario. Se la asociaba con el buen funcionamiento de los riñones y con los procesos de purificación del organismo, participando simbólicamente en la eliminación de desechos y en la regulación de los fluidos corporales, dentro de un enfoque global del equilibrio interno.
  • Sus propiedades antiinflamatorias simbólicas han sido destacadas en algunos usos tradicionales vinculados a dolores articulares, artritis o reumatismo. Asimismo, la perla se asociaba al sistema linfático, al que supuestamente acompañaba de manera simbólica en sus funciones de drenaje y eliminación, reforzando una sensación general de ligereza y bienestar.
  • Gracias a sus cualidades percibidas como suaves y calmantes, la perla también ha sido asociada con la salud de la piel. Fue evocada en contextos destinados a calmar inflamaciones cutáneas, aliviar ciertas afecciones dermatológicas y apoyar los procesos de regeneración celular. Esta simbología explica su uso antiguo y contemporáneo en preparaciones cosméticas, especialmente aquellas relacionadas con el cuidado de la piel y los rituales de belleza.
  • Más allá de la perla en sí, la nácar, material orgánico del que procede, también ha ocupado un lugar importante en las tradiciones simbólicas. Se le han atribuido virtudes protectoras y regeneradoras, así como la estabilización de los equilibrios internos y el fortalecimiento simbólico de las defensas del cuerpo. La nácar era igualmente percibida como favorecedora de una sensación de calma, armonía y protección, en relación con su origen marino y su brillo iridiscente.

 

Virtudes del nácar La perla como piedra de nacimiento

AlertaPor favor, tenga en cuenta que todas las propiedades curativas presentadas de las piedras provienen de tradiciones antiguas y de diversas fuentes culturales. Esta información se proporciona únicamente con fines informativos y de ninguna manera constituye un consejo médico. En caso de algún problema de salud, se recomienda consultar a un profesional calificado.

Lista de piedras que empiezan con la letra:

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