JOYERIA
INSPIRACIÓN
La labradorita blanca, una fascinante peristerita derivada de las variedades de albita, revela un juego de colores cautivador conocido como adularescencia, caracterizado por reflejos azules y multicolores. Esta gema, compuesta por silicato de aluminio, calcio y sodio, llama la atención por su estructura y su brillo.
Su estructura cristalina triclínica favorece este efecto óptico único, donde la luz interactúa con capas internas microscópicas, creando un resplandor suave y difuso similar a la luz de la luna. A diferencia de la labradorita clásica, la labradorita blanca se distingue por una base transparente o lechosa, realzada por destellos luminosos de colores variados, que van del azul al verde, pasando por matices de naranja, violeta y, en ocasiones, rosa.
Esta gema se comercializa frecuentemente bajo el nombre de Piedra luna arcoíris. Aunque comparte cierta semejanza con la piedra luna, otra variedad de feldespato, la labradorita blanca se diferencia por un espectro de colores más rico y variado, evocando la apariencia de un arcoíris bajo ciertos ángulos. Esta diferencia se debe a su composición química específica y a la disposición única de sus cristales internos.
Principalmente extraída de las minas de Madagascar, la labradorita blanca también se encuentra en otras regiones del mundo, como India y Sri Lanka, aunque estos yacimientos son menos abundantes. Los ejemplares provenientes de Madagascar son especialmente valorados por su transparencia y sus reflejos espectaculares.
Además de su papel central en la joyería, donde adorna colgantes, anillos o aretes, la labradorita blanca también es apreciada en las artes decorativas. Sus propiedades luminosas la convierten en un material buscado para esculturas u objetos decorativos, capaces de capturar y reflejar la luz de manera espectacular.
Yacimientos: Australia, Rusia, Birmania, Estados Unidos, India, Madagascar, Sri Lanka, Tanzania.
La labradorita blanca, a menudo llamada piedra de luna arcoíris, está rodeada de un halo de misterio, aunque su historia a veces se entrelaza con confusiones relacionadas con la verdadera piedra de luna. Gran parte de la información que circula sobre esta gema parece estar vinculada en realidad a la piedra de luna. Esta confusión resulta aún más plausible al considerar las fuentes de suministro, que a menudo se encuentran lejanas o incluso inaccesibles para las culturas mencionadas en dichos relatos.
Los griegos y romanos de la antigüedad, fascinados por las piedras con reflejos iridiscentes, atribuían a estas gemas virtudes divinas. Sin embargo, es probable que sus relatos se refirieran más a la piedra de luna clásica, más ampliamente disponible en su época, que a la labradorita blanca. En sus mitos, las piedras luminosas se asociaban frecuentemente con diosas lunares como Artemisa o Selene, simbolizando la feminidad, la fertilidad y la intuición.
En las culturas asiáticas, especialmente en India y Sri Lanka, la piedra de luna arcoíris fue muy apreciada por su tono lechoso y sus reflejos multicolores. Estos relatos resultan más plausibles, ya que la piedra está efectivamente presente en esos países. Estas cualidades evocan nociones espirituales de pureza y conexión con los ciclos lunares. En India, la piedra se utilizaba en rituales relacionados con la diosa Chandra, deidad de la luna, y se consideraba un símbolo de protección para los viajeros nocturnos y los enamorados. Sri Lanka, conocido por sus yacimientos de piedras preciosas, desempeñó un papel crucial en la difusión de esta piedra a través del comercio con Europa y Asia.
A comienzos del siglo XX, durante el periodo del Art Nouveau (1890-1925), la piedra de luna arcoíris ganó popularidad en la joyería occidental. Los joyeros, inspirados por los motivos naturales y las formas orgánicas de este movimiento artístico, incorporaron la piedra en creaciones refinadas. Sus reflejos iridiscentes fueron especialmente valorados por su capacidad de captar la luz de manera única, aumentando su atractivo estético y simbólico. Artistas como René Lalique y Louis Comfort Tiffany utilizaron piedras con efectos luminosos similares, incluida la piedra de luna arcoíris, para crear joyas que evocaban sueños y visiones.
A pesar de estas asociaciones históricas y artísticas, es importante señalar que la labradorita blanca, como piedra distinta, emergió más recientemente en la conciencia popular. Sus principales yacimientos, especialmente los de Madagascar, permitieron diferenciar mejor esta gema de sus homólogas y revelar su singularidad.
A lo largo de la extensa historia de la humanidad, distintas sociedades han atribuido a la labradorita blanca, a menudo llamada piedra de luna arcoíris, diversas propiedades, virtudes e interpretaciones de carácter curativo. Los elementos aquí presentados se inscriben en un enfoque cultural e histórico, con el objetivo de ilustrar la relación simbólica que se ha construido entre esta piedra y las civilizaciones humanas a lo largo de los siglos. Al igual que con las piedras mencionadas anteriormente, estas interpretaciones forman parte de un enfoque descriptivo y patrimonial. No constituyen en ningún caso una recomendación terapéutica o médica ni reflejan creencias establecidas.
Por favor, tenga en cuenta que todas las propiedades curativas presentadas de las piedras provienen de tradiciones antiguas y de diversas fuentes culturales. Esta información se proporciona únicamente con fines informativos y de ninguna manera constituye un consejo médico. En caso de algún problema de salud, se recomienda consultar a un profesional calificado.
Lista de piedras que empiezan con la letra:
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