JOYERIA
INSPIRACIÓN
Las amonitas, fascinantes criaturas marinas, pertenecen a una subclase extinta de cefalópodos. Sus conchas, enrolladas en espiral, recuerdan a las de los caracoles, pero están formadas por cámaras separadas por tabiques. La última cámara albergaba al animal, mientras que las demás funcionaban como compartimentos de flotación, ajustando la flotabilidad de la amonita en los océanos. La diversidad de las amonitas es notable, con conchas rectas, poco enrolladas o fuertemente espiraladas, cada una con características morfológicas distintivas que se utilizan para su identificación.
Sus descendientes actuales incluyen cefalópodos como el nautilus, el pulpo, el calamar y la sepia, aunque las amonitas se extinguieron hace unos 65 millones de años, durante la extinción del Cretácico-Paleógeno. Sus fósiles, encontrados en capas geológicas diversas, constituyen valiosos marcadores cronológicos para los paleontólogos, permitiendo datar con precisión los períodos en los que vivieron.
Las amonitas aparecieron hace aproximadamente 415 millones de años, durante el Devónico, y su historia evolutiva se extiende por cientos de millones de años. Prosperaron en los océanos del mundo, evolucionando en una multitud de formas y tamaños, desde especímenes de unos pocos milímetros hasta gigantes de más de dos metros de diámetro. Su desaparición coincide con la de los dinosaurios, en un evento de extinción masiva que marcó el fin de numerosas especies en la Tierra.
Su nombre "amonita" proviene de la forma en espiral de su concha, que recuerda a los cuernos de un carnero. Plinio el Viejo las llamó "cuernos de Amón", en referencia al dios egipcio Amón, a menudo representado con cuernos de carnero. Esta asociación simbólica otorga una dimensión mística a la amonita, que no es solo un fósil geológico, sino también un testigo de la mitología y las creencias antiguas.
Hasta mediados del siglo XVIII, el origen de las amonitas permanecía envuelto en misterio, dando lugar a relatos mitológicos y diversas creencias. Estos fósiles eran frecuentemente interpretados como objetos mágicos o sagrados, portadores de significados espirituales profundos.
En la mitología griega, colocar una amonita bajo la almohada se consideraba eficaz para alejar los problemas de insomnio. Se les llamaba "ofitas", un nombre que sugiere una relación con la serpiente (en griego, "ophis"), ya que se creía que podían prevenir las mordeduras de serpiente, además de proteger la vista y la energía sexual.
Durante la época medieval en Europa, las amonitas eran percibidas como serpientes petrificadas, y en Inglaterra recibían el nombre de "snakestones" o serpientes de piedra. En este país, se las consideraba ampliamente como evidencia de milagros, especialmente aquellos atribuidos a figuras veneradas como Hilda de Whitby y San Patricio. En Whitby, Inglaterra, donde estos fósiles abundan, la leyenda local cuenta que Santa Hilda (614-680) habría eliminado las serpientes que infestaban su monasterio decapitándolas, obligándolas a enroscarse en espiral y transformándolas en piedra.
A las amonitas se les atribuían poderes curativos y la capacidad de otorgar visiones oraculares. Algunos "magos" de la época creían que colocar una amonita bajo la almohada podía generar visiones divinas. Surgió un comercio próspero de reliquias, con amonitas decoradas con cabezas de serpiente pintadas o esculpidas para la venta, reforzando así su reputación como portadoras de milagros y artefactos místicos.
En Alemania, las amonitas eran conocidas como "dragones de piedra" y se les atribuían poderes mágicos para ahuyentar espíritus malignos y malos augurios. A veces se colocaban en la leche de las vacas para restaurar la producción lechera, mostrando la importancia de estos fósiles en las creencias rurales.
En China, las amonitas eran percibidas como cuernos y recibían el nombre de Jiao-shih, traducido literalmente como "piedra de cuerno". Se asociaban con atributos protectores y simbolizaban fuerza y resiliencia.
Para los hindúes, las amonitas, especialmente las provenientes del río Gandaki en Nepal, se consideraban manifestaciones del dios Vishnu, bajo el nombre de shaligrams. Estos fósiles eran venerados en rituales religiosos, encarnando la divinidad y el poder del universo en una forma tangible. Los shaligrams encontrados en el río Gandaki todavía se usan en rituales hindúes y son muy apreciados tanto como objetos sagrados como piezas de colección. Este comercio evidencia la interacción entre geología, espiritualidad y economía, conectando tradiciones ancestrales con prácticas contemporáneas.
En Australia, los aborígenes llevaban amonitas como amuletos protectores, creyendo que podían traer buena suerte y una conexión espiritual con la naturaleza, en un contexto donde los fósiles se consideraban intermediarios entre el mundo físico y el espiritual.
Los indios pies-negros de Estados Unidos atribuían a la amonita un significado especial, vinculándola con la postura del bisonte durante el sueño. La llamaban "piedra del búfalo" o "iniskims", incorporándola en rituales de preparación para la caza. Creían que este uso honraba al espíritu del búfalo y aseguraba una cacería exitosa. Además, encontrar una amonita antes de un largo viaje se consideraba un augurio favorable, simbolizando protección para el viajero.
Entre los navajos, la amonita recibía el nombre de "wanisugna", que se traduce literalmente como "la vida en la semilla" o "semilla en la cubierta". Estos fósiles eran utilizados por los médicos tradicionales, destacando su papel esencial en rituales de sanación. Los navajos atribuían a las amonitas un significado profundo, considerándolas símbolos de vida y crecimiento, en armonía con los ciclos naturales y espirituales de su cultura.
A lo largo de los siglos, la amonita ha fascinado a diversas civilizaciones, a las que ha inspirado la atribución de múltiples propiedades, virtudes y creencias curativas. La información presentada aquí se enmarca en una perspectiva cultural e histórica, con el propósito de mostrar cómo se ha comprendido y valorado esta piedra fósil a lo largo del tiempo. Al igual que con las piedras anteriores, se trata de un enfoque documental y simbólico: estas indicaciones no constituyen una recomendación terapéutica ni una afirmación científica.
Aunque la atribución de virtudes específicas a un fósil sigue siendo un tema de debate entre los especialistas, la amonita ha sido reconocida con frecuencia por sus efectos tanto en el plano físico como en el espiritual. Resulta difícil distinguir si estas propiedades provienen de su estructura mineral, de la materia fosilizada o del animal original. No obstante, ciertas asociaciones se repiten a lo largo de la historia y la cultura:
Por favor, tenga en cuenta que todas las propiedades curativas presentadas de las piedras provienen de tradiciones antiguas y de diversas fuentes culturales. Esta información se proporciona únicamente con fines informativos y de ninguna manera constituye un consejo médico. En caso de algún problema de salud, se recomienda consultar a un profesional calificado.
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